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martes, 13 de septiembre de 2011

Pandemonium


Que ya no me dedique profesionalmente a ello… no quiere decir que me haya olvidado de mis hijos, porque no es así. Les saco a jugar de vez en cuando, después baño y por supuesto arropo de nuevo en su cama.

El acero sigue pareciéndome algo mágico, no llega a compararse a la espalda desnuda de una chica… pero las curvas afiladas de mis niños siguen siendo capaz de sesgar el tiempo y apaciguarme en un cuarto pequeño.

Sigo bailando la danza de los filos sobre la madera, escuchando el ir y venir de las hojas lacerantes que cortan sin machacar y por supuesto me sigo manteniendo fuera del alcance de sus dientes, pues no es la primera vez que han bebido de mi sangre. Aun así, echo de menos la música en la cocina y las comandas con sus gritos… y correr sobre el suelo mojado sin partirse la crisma ni el culo.

Es parte de mí… como también lo son mis cuchillos.

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