Seguidores

miércoles, 21 de septiembre de 2011

El fin de los días, el principio de otros.

Ella solamente se fue, llego un día en que todo se alineo para que lo siguiente estuviese tan claro como el agua. Cansada de soportar lo mismo a diario, escogió vivir y se fue de su lado, se marcho sin mirar atrás o pedir perdón. Sencillamente porque así lo sentía, cada célula de su cuerpo le gritaba en silencio la misma sensación.

Y así lo hizo. Olvido todos sus recuerdos, sus historias y vertió un vaso de agua sobre los textos en los que ella salía… la tinta se corrió como ocurre con las lagrimas sobre las sombras de ojos. Emborronándolo todo igual que un día de entierro por alguien que sentías algo especial. Ella seguía viva… y por lo tanto de esa manera se quería sentir.

Dejo todo los lastres detrás y se fue con la conciencia bien limpia, sin llantos ni pena, sin sonrisas forzadas ni palabras que caerían sobre el parquet como losas polvorientas con el nombre borrado. Lo que se tuvo que decir ya se había dicho y ahora pertenecía al pasado. En ese salón solo había hielo, polvo y un descanse en paz escrito en el silencio que reinaba tras la tormenta.

Tantos años, tanto aguante mezclado con alcohol y altas dosis de estoicismo, se sentía bien, renacida y liberada. Con cientos de capas de piel muerta menos encima era ligera cual colibrí. Se fue sin portazos ni malas maneras. Con un es lo mejor para ti y un te echare de menos.

Un gran final para ella, no para lo que dejó…

Un corazón partido como una copa de vino, una vida destrozada sin el esqueleto que la mantenía erguida, hasta un enfermo de osteoporosis lo tendría mas fácil porque incluso a el le recetaban medicinas para el dolor. Y allí en medio de la nada. El soñador murió y no por un ataque de insomnio de los que sufría desde poco antes de conocerla a ella.

Tampoco muerto de pena como un perro abandonado a kilómetros de distancia de cualquier cosa conocida… no simplemente hizo como ella con las letras y se borro el mismo. Bailo enajenado bajo una lluvia de ácido. Ni siquiera gritar… sencillamente se deshizo en silencio recordando lo que había sido.

La tinta llorando su historia hasta emborronarla con el paso del tiempo… una quimera despareciendo por las rendijas de una ventana abierta y la luna sonriendo desde la noche oscura.

Ella se fue y él o lo que quedaba de él detrás de ella… al menos uno consiguió la libertad sino ambos, pero sin tristeza pues como en la vida real, cada uno tira para su propio destino… él descansa en paz enterrado bajo su historia, mezclando sangre con tinta para no olvidar, pero si perdonar. Nunca fue capaz de conseguir sus anhelos, sus deseos… de hacer que eso funcionara, porque de antemano ya lo supo perdido y jugo lo mejor que pudo.

Pero nadie controla algo que no sea su vida, su ombligo y sus zapatos. Cuando ella se marcho, comprendió que todo tiene su punto final, que toda historia concluye porque de lo contrario cansa, hastía y termina haciendo que lo que antes te encantaba se acabe aborreciendo. Se sintió bien bailando su ultimo baile para ella, esa chica que le hizo sonreír hace tiempo cuando ya nada lo conseguía y que le enseñó a vivir a su propia manera. Todo final llega tarde o temprano. Más tarde que temprano si se lo preguntas a ella.

Por suerte, él tenia razón y la suerte existía, lo pudo demostrar hasta que ella se fue ese día por el umbral de lo que utópicamente había llamado hogar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...