Me voy… allí donde se fabrica el silencio y habita el olvido. Al lugar donde las letras se vuelven gases que volver a inhalar mezclado con el aroma a salitre y mar mojado. Retomo lo de buscar el descanso pintando a diario un camino de hormigas sobre la arena fresca salpicada de espuma mientras recorro la distancia que me separa de mi primer examen, a nadar lo que me permitan unos pulmones medio ahogados del asfalto negro y del polvo seco.
De nuevo sonreirá el niño, quitándose el traje de hombre, sus pesados músculos y la barba, para ser sólo lo que era de pequeño disfrutando del sol, de la arena y el agua salada. Cicatrizarán todas las heridas que pudieron sangrar en alguna ocasión o que conservaba en formol para que nada cambiase. También me convertiré en pez para buceando recorrer todos los rincones de un escenario cambiante y lleno de vida sin barrotes ni peceras.
Una semana siendo un poco menos yo… y un poco más otro, de esos que perdona a los granos de arena meterse en su cama en asuntos que nada le importa, ni preocuparse de todo porque simplemente esta hecho sin que tenga que preocuparse de nada, que no sea cambiar la canela por un color más tostado, sin olvidar que la arena y el mar se encarguen de limar asperezas y piel muerta hasta convertirme en un extraño frente a un espejo.
Me voy… dejo esto y no lo siento. Para nada… me siento aliviado por vosotros, por la ausencia de jaquecas, dolores y nauseas que evito faltando. Y me alegro, porque al menos con eso consigo que sintáis, lo que sea… algo. Porque soy tantas cosas que no se lo que realmente soy y lo que soy en figurado. Pero también yo me merezco unas vacaciones de vosotros. Y aunque no seáis muchos… estoy encantado.
Pasad buenas vacaciones, yo voy a callarme un rato.
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