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domingo, 7 de agosto de 2011

La verdad.

Es que cuando hablaba

de volver a ser el

chico de los diecisiete

no me refería a esto.


No quería pasarme ocho

horas metido en una cama

sin dormir siquiera

ni cinco minutos.


Sólo quería su fuerza

de voluntad, esa energía

inagotable que no

cesaba en todo el día.


Quizás una y otra

vayan tan ligadas

como el insomnio

duro e impotente

a la historia del chico.

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