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domingo, 4 de marzo de 2012

Cuando los hermanos bailan juntos al caer el sol.

La familia es una huella de identidad… tal como el dni o un vulgar pasaporte, el circulo de tus parientes actúa como un clima natural especifico al mapa de tu adn llevado codificado el pasado dentro. Y luego esta la otra familia, esa pandilla que igual que un papel calco se amolda perfectamente igual que si juntos fuerais un regalo de cumpleaños. Hay muchos amigos… pero buenos se cuentan con las manos y cuesta mantenerlos, igual que se cultiva un huerto que contiene diferentes materias primas.

Y sucede que aunque el tiempo caiga desplomado sobre nuestras cabezas, todo cambia pero la esencia continua. Igual que los Blues Brother. Ese clon tan parecido a una copia exacta de tus instintos es mi hermano pequeño… En verdad nunca tuve uno, pero a efectos del cielo es como si realmente lo fuera, encima es una de esas personas con las que no necesitas gastar inútilmente palabras para sacar conversación y otras no hay manera que cerremos la boca. A veces los mejores momentos se viven delante de un espejo y cierto es que conocemos por adelantado los pasos del otro.

La vida te ofrece un abanico de lugares y un baúl lleno de ellos de gente a la conoces o conocerás. Pero hay que tener buen ojo para quedarte con unas buenas cartas con las que jugar la partida. Siempre hay que tener un hermano pequeño, no por nada en especial, si no porque de alguna forma desarrollas ese instinto fraternal de proteger a la familia y ya puestos algo de responsabilidad, aunque es cierto que normalmente todo lo bueno viene en formatos pequeños, el tamaño en eso de la amistad, es una paradoja de parábolas simétricas.

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