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lunes, 19 de julio de 2010

Deshielos de verano.

Dejó de visitar a la luna cuando la gravedad del asunto se hizo tan palpable que el mundo se derrumbó bajo sus pies.

Se salvó de milagro, nadie sabe aún el porque. Pero todos apuntaban con sus dedos en la dirección en la que él estaba, y a continuación resignados tuvieron que guardárselos de nuevo habiendo gastado esa magnifica oportunidad que no sería repetible.

Les estafó su gloria en sus propias narices para después reírse a carcajadas con una simple falsa pareja de ases cuatro. Nadie daba crédito pero había logrado salir casi entero de ese fatal accidente. La luna sonreía delicadamente sobre el horizonte y para su interior prometió hacerle una visita en no mucho tiempo.

La verdad es que se veía venir de alguna extraña manera… pero como todas las guerras, estallan de un día para otro y al día siguiente… sencillamente ya no queda nada que rescatar. En el amor y la guerra, la pólvora es tan rápida que lo quema todo por igual.

Intentó después salvar pedazos de la historia y relleno los agujeros con los sueños que había olvidado desde su infancia. Tejió una mujer distinta a las demás. Tan perfecta que Dios tuvo que cederle el trono del cielo. A pesar de que humildemente rechazó, alegando que ni siquiera se había esforzado en pensarlo.

Pero a él, le salían bien los cálculos. Toda la ecuación funcionaba correctamente, salvo un pequeño detalle, que al parecer si lo tenía. Los datos no eran sino estimaciones de valores desperdigados durante años de averiguaciones. Cosas que había encontrado y que aun podían valerle. Sus cifras servían porque las había reunido, pero lamentablemente había incógnitas imposibles de descifrar y que algo que no existiese ni aproximado pudiese remplazar.

Los cristales resonaron como granizo sobre el techo de un coche. El sistema se hizo añicos y todo se fue al garete. Años y esfuerzos desperdiciados o quizás no tanto. A esas alturas la confusión era tal que ni el narrador tenia ni idea de por donde iban los tiros.

Es frecuente…

Lo importante al fin y al cabo. Es que su mujer perfecta. No era más que una quimera formado a base de pedazos de fantasía mezclada con realidad. Una utopía con nombre de ángel y lengua de demonio. Esta vez no hubo barro ni costilla… Simplemente papel y tinta. Sudor y lágrimas en unos calvarios de noches mezclados con días, fundidos en una sola línea de tiempo.

Abandonó sus viajes a la luna para condenarse al tormento de la gravedad de sus actos. No se preocupaba de medir sus acciones desde otra perspectiva, para él todo le daba igual. Pero las consecuencias habían terminado por llegar a salpicarle de problemas. Necesitaba desaparecer. Subir mas allá de todo ese aire contaminado por las mismas ideas que arraigan profundas en la tierra desde antaño.

Decidió volver a la luna, a esperar que cicatrizasen las heridas. Mucho tiempo combatiendo con un enemigo que no era sino un fantasma residual de algo que ya no existía. Difícil de abatir porque siempre se levantaba.

Mejor… menos esfuerzos. La alegría es una experiencia condensada durante años para brindar por todo lo que se ha dejado de ver con los ojos. Por fin había vuelto a abrirlos y puede que la luz le molestase durante un rato. La niebla nunca ha hecho bien a ninguna persona.

Se olvida del peso del mundo… siente como todo queda atrás, lo deja precipitarse por un agujero negro que absorbe lo que no es importante para ese viaje. Se desea buena suerte y sonríe de todo corazón cuando recuerda de nuevo esa sensación que sabe a placentero sueño reparador.

Sus ojos de despegan de esa realidad y le llevan a donde quiere estar… El veneno deja de destrozar por dentro y un suspiro de alivio suena al fin en sus labios. Conforme sube su pensamiento se va aclarando como una resaca que remite.

Siente el vientre suave de la noche de los tiempos. Suena para él la música del universo que interpreta una vida con una sonata de algún compositor tan humilde que desapareció dejando al silencio sin sus canciones. Tienen sabor a gloria y aroma a incienso… la arena blanca se entremete entre los dedos como si fuera liquida. Fabrica figuras moviendo sus brazos mientras permanece aliviado con su cabeza rapada.

No recordaba que era la felicidad de no tener el pelo largo. A veces las cosas pequeñas desaparecen bajo el peso de lo que parece importante y hay que volver a descubrirlas debajo de los escombros. Fragmentos olvidados que pueden alumbrar de nuevo una vida.

Pedazos de cosas que estuvieran antes de ella. Piezas de esa melodía que se extravió entre tanto documento. Tesoros camuflados como ranas en un cuadro de hojas. Improbables encontrarlas sin usar el tacto. La maldita ecuación no vale una puta mierda en el mercado actual. La mayoría son perdidas.

Quema sus recuerdos con un mechero encontrado en unos pantalones que llevaba tiempo sin ponerse. Hoy le quedan especialmente geniales y casi es un tipo nuevo. Solo necesita unas capas de pintura y quizás un largo descanso en la Luna. Pero antes tiene que terminar una cosa.

Tienes que solucionar algo… es una sentencia muy dura para ser contener en una sola frase deber y obligación en tan poco espacio. Por fin se da cuenta que el resto de ecuaciones habían dejado de funcionar porque gastaba el tiempo inútilmente con una operación imposible de resolver. Quizás en su momento 0 en que todos los datos eran correctos.

Pero a esas alturas… Sencillamente era misión absurda… que no imposible. Un respiro de aire congelado abre el mundo a cualquiera y esta vez ninguna muerte podría ser mejor señal que sus sensaciones.

Ella no existía… y su mujer perfecta era un burdo invento desquiciado. Su forma volvió a ser un manuscrito de papel cuya sangre no era mas que las palabras escritas por alguien que perdió la razón y su orgullo en un mordisco sin retorno.

El veneno hizo el resto y arraso con toda voluntad. Pero el frío es capaz de cosas increíbles y tanto hielo acabo por volverlo inerte. Una vez curado de la ponzoña… decidió acabar con todo esto.

Cogió el libro y lo arrojó al infinito… le devolvió la libertad de ser su propio dueño, unos amarillos ojos de gato negro habían servido de despertador y una vez resurgido. No quedaba más que avanzar. El tomo se precipito como una bala de cañón hundiéndose en el océano. Gabrielle se esfumó en un segundo con su nombre diciendo adiós en silenciosa despedida.

Los sueños con los vivos, pesadillas para los muertos… Esa increíble mañana con los piares de las estrellas trinando ante el amanecer era tal y como sonaba en su infancia. Se disculpó con una caricia en la piel desnuda de su luna… decidiendo olvidarse del resto. Todo era mucho mas ligero sin esa carga que soportada gramo a gramo a diario durante años no había sido identificada como lo que era. Un peñón enorme e independiente dentro de sus zapatos. Y ahora había decidido abandonarle.

Vació sus bolsillos de todo aquello que no necesitase. La arena hizo el resto… volvía a sentir como el tiempo real sustituía todos esos momentos eclipsados por aquel error continuado y cuando concluyó.

Recordó aquella maldita frase de Bob Dylan. Te dejaré estar en mis sueños, si yo puedo estar en los tuyos. Tachó su beso de la memoria y dejo vacante ese primer puesto. Si una norma no se cumple… es mejor no poner un dato cualquiera.

Recuperó sus sueños aquella misma noche que sepultó en una despedida 9 años de insomnio tejiendo sueños inventados. Lo artificial no tiene conciencia y un gato tampoco… vive por estímulos. Puedes compartir casa, pero sus huellas son diferentes a un pie humano.

El rompecabezas toma forma sólida y la quimera se vuelve de carne y hueso. Ella aparece en ese preciso último beso.

Decide actuar… entra en acción y rechaza ese mordisco que le robaría una vida. Se da media vuelta y le dice alejándose.

Ha estado bien… deberíamos repetirlo algún día. Quizás podamos tomar un café en otro momento, porque ahora es que estoy bastante ocupado. Necesito relajarme. Comprendes…?

Siente su figura desplomarse envenenada con la propia toxina de su lengua a causa de haber tragado saliva. Por fin comprende que Gabrielle solo era un espejismo en las noches de luna llena… y que la verdadera realidad se vive todos los días. Lo inventado se vuelve papel mojado en una piscina dejando a la tinta desangrándose ahogada en un baño de pis de niño.

Buen final para un mal tan bonito. Ella muere y el narrador mantiene el trabajo. Pone los puntos adecuados y decide corregir las faltas de ortografía. Pone el cartel de cerrado por vacaciones… y el de volvemos después de la publicidad.

Hacen falta fotos nuevas para decorar las paredes que han quedado vacías. Sangre nueva para viejos corazones. Un suspiro de frescor con sabor a hierbabuena y limón. Vuelven los granizados y las sandalias. Las prisas se quedan aparcadas entre los atascos de las grandes ciudades y comienza a escuchar de nuevo al mundo bajo el ruido ensordecedor que los humanos se proponen a diario en producir.

Suena el silencio mas puro de las brisas frescas de verano y el oscuro cielo azabache se dibujan rayos de tormentas que no volverán a dar miedo. Los rayos sólo entienden de metales… y él esta tumbado en el suelo. Deja que sus problemas se frían en los infiernos clavados en agujas de lana. Cuando vuelva de la luna.

Puede que todo vaya mejor. Hace sol y su piel vuelve a pintarse de canela. Tiene cartas nuevas y carisma para seguir la partida. Fichas nuevas para una mesa en la que no recordaba figurar.

Sus cadenas han desaparecido porque la gravedad de la tierra se pierde mirada desde el cielo.

1 comentario:

  1. No tengo palabras para describir las emociones que me produce este texto, lo leo una y otra vez, es exquisito en cada palabra.

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