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viernes, 29 de mayo de 2009

La torre de los deseos.


Contemplo paisaje que queda a los pies de mi fortaleza. Una torre cuadrangular que yergue imperiosa en la cima de una pequeña montaña… el panorama es desolador... las huestes que me temían por las extrañas artes que realizaba en mi morada han acabado por la opción más sencilla de levantarse en armas y acabar con sus miedos irracionales a base de dolor y sangre.

No comprenden que el aroma que allí se produce es simple comida… un aroma delicioso al que no estaban acostumbrados sus olfatos y mucho menos lo estarían sus paladares, pero no deja de ser algo inofensivo… La palabra brujo seguro que broto en la boca incivilizada de algún ejemplar de taberna y acto seguido la maraña de mentiras se hilo como una bola de nieve impulsado por el alcohol de quizás demasiadas cervezas.

Ahora tenia a una aldea sublevada en dirección a la torre… lo único que me separaba de ellos es la pendiente escarpada y abrupta de la parte delantera y el denso y tenebroso bosque de árboles milenarios que rodeaba el resto de la montaña. Desde que llegue se decía encantando por supuesto. Aunque en verdad ya lo estaba antes de que yo fuese a vivir… con la única salvedad de que yo si sabia la certeza de esas palabras y el bosque también por lo que a mi me permitía campar a mis anchas entre sus troncos en la oscuridad total que habitaba debajo del entramado de ramas y su espeso follaje.

Allí encontraba los hongos y setas más deliciosos que nadie hubiese podido hallar ya que no se expoliaban por casi ningún animal de la zona y menos por ningún humano. Además con un cerdo salvaje que reserve de mi criadero pude comenzar a encontrar trufas y patatas de las entrañas de la tierra y en la azotea de torre había realizado un sencillo huerto de algunas verduras por temporadas.

Podía subsistir tranquilamente sin pedir cuentas a nadie… y eso es lo que realmente escamaba a los apacibles aldeanos que desde las alturas no parecían más que una muchedumbre enfervorecida por sus propias argucias inventadas.

Grite Alto tan fuerte como pude y algunos de ellos lo hicieron… y otros tantos no. Comenzaba a subir por la senda labrada sobre la piedra en zigzag… los al menos quinientos escalones me aseguraban que no llegasen tan frescos a las puertas de la muralla.

Mientras que ellos entrenaban sus glúteos con mi escalera de piedra me serví una dulce limonada fresca, le añadí un poco de vodka y agite calmadamente mientras veía irónicamente a la multitud ponerse en fila india.

La imagen era muy simpática al decir verdad ya que por fin habían echo algo organizado en sus vidas… subían gritando improperios por sus bocas, pero al menos lo hacían en línea y eso le daba algo de estilo al asunto.

Cuando la cabeza de la marabunta llego a las puertas de la torre comenzaron a chillar y a aporrearla con sus manos y sus martillos… algunos con espadas desvencijadas intentaban echarla abajo a base de mandobles… pero yo sabía que la densa puerta de madera escondía una lámina de metal al final de la puerta.

Ellos no… y eso me hacia aun mas gracia. Espere un rato a que se cansasen… y tuve que pronunciarme cuando el mas lumbreras de ellos dijo de hacer un ariete con un enorme nogal que tenia en el bosque de los frutales.

Me negué en rotundo tirándole una piedra en toda la espalda… le increpe que el árbol no tenia nada que ver en aquella estúpida disputa. Le debió doler mucho porque acto seguido media aldea se entretenía en dispararme piedras en dirección contraria, con la mala suerte de que la gravedad no entiende de mentiras y se las devolvía todas a ellos.

Tras unas cuantas bajas por descalabros yo seguía manteniendo una fabulosa sonrisa. La verdad es que matar moscas a cañonazos nunca avía sido mi tarea preferida. Y ciertamente aquel malentendido se estaba prolongando ya demasiado tiempo.

Opte entonces por la mejor solución… puse música en el equipo y Dukas comenzó a dirigir las notas con su batuta. Le dije lo que me proponía a hacer… y continuo haciendo su propia magia mientras bajábamos a la cocina.

La masa aglomerada a las puertas seguía gritando por la osadía de marcharme y ni siquiera defenderme… para que excusarme si ni siquiera querían escucharme… mientras él fue dando vida a todos los objetos que necesitábamos para el montaje…

Las mesas se colocaron en el recibidor en forma de hileras y las sillas bailaron alrededor de ellas para acabar convertidos en un muro en las escaleras que impidieran a cualquiera poder acceder a la segunda planta. Entramos en la cocina y la canción entonces si que se convirtió en la autentica escuela de hechicería.

Las ollas corrieron a llenarse bajo los grifos y colocarse sobre el fuego… los ingredientes se colocaban sobre las mesadas en el orden de las ecuaciones que mas tarde solucionaría. La clase de matemáticas comenzaba y mis cuchillos iban realizando las guarniciones a su propio ritmo… las notas metálicas traqueteaban como una percusión y el sonido de las campanillas era el arroz cayendo sobre las burbujas de agua pretalada y chocando con los fondos de las cacerolas.

Los cazos daban las notas mas graves y el vapor tocaba los vientos mas puros… los tallarines se pinzaban solos como cuerdas de violonchelos… la cocina había vuelto a hacer su música y fuera los sublevados gritaban ante del terror de los nuevos aromas surgidos de la nada…

Los toques de canela era lo que mas miedo les daba… dulce y aromática se metía hasta las entrañas… Antes de que todo cesase… y en un tiempo record los manjares salieron solos y se colocaron sobre bandejas de plata sobre la larga mesa que se había juntado.

Subí volando y volví a aparecer ante ellos sin antes asustarles… les mande guardar silencio y poco a poco los insultos y las voces se fueron apagando por el miedo que en parte les infundía la legión de los aromas que salían por las múltiples ventanas cuadradas de mi casa.

Les rogué que depusieran las armas y algunos temerosos intentaron huir… con un gesto de la palma de mi mano cruce un par de árboles frente al acceso de las escaleras y el miedo se hizo tan vivo como la propia naturaleza. Se aferraban estúpidamente a sus espadas y sus instrumentos de trabajo. Le remarque que si hubiese querido matarles ya no estarían allí… pero que en mi caso era pacifico y que evitaría hacerles cualquier daño que pudiera hacerme sentir mal.

Algunos comenzaron a creer en mis palabras y depusieron sus objetos en el suelo… estos mismos… adquirieron vida propia y fueron almacenándose junto a la entrada ordenados para que sus dueños pudieran recogerlos después. El temor aun se mascaba, pero la aceptación también llegaba al ver que ningún daño les estaba siendo impartido.

Abrí las puertas de mi casa invitándoles a entrar… demasiado reacios a ello, me arroje desde lo alto de la muralla para caer en un golpe espumoso que sonó a levedad. Acompañe a un anciano de barba cana que presuponía inteligente a pesar de tener la nariz tan roja a causa del alcohol que podía olerlo corriendo por sus venas… los que aun no se había desarmado me apuntaban con ellas con sus manos temblorosas.

Agarre al viejo cruzando mi brazo bajo el suyo y le ayude a entrar dejando sus miedos en el felpudo. Le coloque una silla en el fondo de la mesa y le senté delante de una bandeja de cerdo pintado con miel de cerezas. Tostado por fuera y jugoso por dentro.

Sus pupilas se abrieron como dos pozos negros antes de morirse de placer al cerrar su dentadura sobre la crepitante corteza… acto seguido agarro una hogaza de pan y comenzó personalmente su propio banquete… algunos viendo lo ocurrido se abalanzaron sobre la primera fila de aperitivos y tuve que rogar calma y educación para que aquel circo no se tornase tragedia.

Uno a uno fueron entrando y rodeando aquel buffet.

Tardaron horas en comerse todo lo que había preparado… Dukas tomo un par de platos especiales antes de marcharse con su música a otra parte y colocó en su defecto a una filarmónica bastante buena.

Al final… tuve que invitarles a marcharse agradeciendo su visita… los mas empecinados llenaron sus bolsillos con los restos de comida que había sobrado. Sonreía mientras veía la soja caer a chorretones por sus manos… Recupere la plata hurtada antes de dejarles bajar el sendero.

Desde entonces regento un restaurante y no me faltan los clientes… me llaman el brujo de los sabores… pero ya no temen a mi magia. Saben que soy bueno e incluso los ganaderos me traen a sus mejores animales para que yo pueda criarlos.

Sigo sin salir de mi castillo… pero ahora nunca estoy solo. El viejo de la nariz colorada ahora vive conmigo… lo hace porque a su edad no debería estar subiendo y bajando la escaparda montaña ya que le gusta estar demasiado en casa. Le pago con los mejores vinos de la bodega. Su inteligencia es tal que le he convertido en un sumiller excepcional… ya que en el conocimiento de alcoholes no hay nadie que pueda superarle. Incluso me ha pedido el sótano para colocar un par de alambiques para la destilación de sus propios licores.

Lo que al principio parecía desolador y atribulado… se ha convertido en la coexistencia pacifica de un eremita declarado. Vienen comen, se ríen y se van… algunos niños ahora recogen setas en el bosque a cambio de caramelos de frutas.

El miedo es el sentimiento más irracional que existe… pesa tanto que muchas personas acaban aplastadas debajo de ellos… Pero en verdad es un sentimiento tan ligero que solo cuesta asimilar la sinrazón producida para solucionar cualquier problema que no pueda causarte la muerte.

Es curioso que algo tan pequeño pueda llegar a juntar a tanta gente para lograr acabar con el de forma organizada. La desgracia de la ignorancia echa carne o un mal recuerdo que jamás se superara por lo que ocurrió en el pasado… aquel momento que nunca regresará ó no volverá a suceder.

3 comentarios:

  1. Grande! Lo mejor que te he leído Kramen! Exacto como siempre, pero esta vez con un toque más de luz y algo de fino humor. Un día iremos juntos a visitar al brujo de los sabores, ok?
    Un abrazo!

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  2. Sera un placer!

    Muchas gracias por tus visitas y a ver cuando te animas a escribir otro trozo de cielo como tu sólo sabes.

    Un abrazo y encantado de volver a verte

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  3. "El brujo de los sabores". Me cautivó la emoción y fuerza de cada línea, la imaginación y certeza de tu prosa. Sigue así...

    Un gran abrazo amigo.

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