Seguidores

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Hasta los perros toman asiento.




Llegados a este punto, medio planeta ya me ha pedido al menos un par de veces que me calle o que deje de escribir. El otro medio ni siquiera sabe de mi existencia y si queda algún perdido de la vida que no se agrupe en un grupo o en otro, supongo que no puedo esperar mucho más que brindarle mi amistad. El sencillo hecho de que no reparta valiums ni otras drogas me hace sospechar que ni siquiera la población de lunáticos ya espera algo bueno de mí. Pero la verdad me sigue sobrando palabras como para llenar un trailer cuando finaliza el día y vuelvo a mi casa-gruta para hacer como que descanso sin ni siquiera pegar ojo.

Los que leen han acabado convirtiéndose en una legión de bichos raros y exóticos que visten plumajes de todos los colores del arco Iris. Lamentándolo mucho el resto del elenco sufre de alergia crónica a las parrafadas de más de medio folio y hay constancia de gente que al terminar un texto ha acabado con las pupilas entre el punto máximo de dilatación y el umbral de rotura del globo ocular. El colmo es que ahora que tengo dos ojos útiles lo que me falta de nuevo es el tiempo y puede que de alguna manera las ganas de pasear por los cementerios en los que se han convertido los sitios a los que antes era asiduo.

Nos estrujan los bolsillos y la libertad se ha convertido hace meses en un artículo de lujo destinado a unos pocos que lo pueden consumir como si fuera un bien de primera necesidad. El mundo entero anda compadeciéndose de los que andan con medio pie en el desahucio, pero sin darse cuenta de que apoyan la causa perdida de alguien que quiso tener más de lo que se podía permitir. No es mi culpa, yo no tengo casa, ni coche ni otros lujos porque por suerte o por desgracia en mi casa se era fiel al teorema básico de las matemáticas de que puedes adquirir únicamente lo que tu economía aguante sin pedir un crédito.

No dejamos de ser borregos de un sistema que ahoga a casi todos, mientras que en la azotea de las pirámides algunos siguen riéndose a carcajadas. Privatizan la sanidad y ya los hay que se están frotando las manos esperando que sus acciones en dichas compañías suban como la espuma, porque ellos siguen el sistema de mal de muchos, beneficio para los pescadores… Si… se que he mezclado dos refranes distintos. Pero es que hay impotencias que no se pueden escribir en un renglón, ni en varios. Los sindicatos siguen pidiendo su porción del pastel para no perder nada de su película favorita. La vida es bella… mientras que a los políticos siguen sin bajarlos de sus escaños con el mejor invento español de todos los siglos, la fregona.

Los mileuristas están a puntito de extinguirse y ocasionar quizás el siguiente gran ocaso mundial no por falta de ánimos, sino porque como sigan así las cosas ya no merecerá la pena trabajar. A veces miro a los rumanos de la calle y pienso, joder… tienen para tabaco y las abuelas les dan comida. Luego me miro las manos y pienso que ni siquiera tendría voluntad para sentarme en la acera a reclamar compasión. Mientras me dirijo al trabajo cuento con la gente tréboles de la suerte y al cuarto pétalo pienso, pobre desgraciado sin empleo.

Al menos cuando termine el año, espero que a nuestro presidente le de por hablar bien. Porque de tanto reírse de España es un poco macabro, seguro que nos ha estado vacilando con su falta de dicción apropiada. Si con Aznar teníamos el esperpento asegurado con Rajoy… al menos nos queda que ni siquiera los monos de Gibraltar querrían dejar su peñón para entrar a la península.

El conserje de donde trabajo es tan fascista que lleva años queriendo resucitar al amigo Franco, pero con su cortura mental no creo que lo consiga. Aún así es divertido verle despotricar con los vagos y los hippies. Me río porque el pobre no es capaz de encontrar mi hipocresía ni con una lupa y neones luminosos marcándome con flechas rojas y porque sencillamente a veces es aburrido fumarse un cigarro en la puerta sin decir palabra. En fin… puede que con un dictador lloviesen tortas y balas, pero es que en estos momentos estoy hasta cansado de dar y dar… y recibir la miseria de las migajas que nos brindan con buena cara.

Si quieren dar ejemplo… que vayan al congreso en metro verás tu que despiporre se montan cuando descubran que los vagones no dejan de ser un teatro público donde la gente canta, toca o simplemente pide. Seguro que cuando vuelvan a jugar con sus amigos de pupitre comentan algo del tipo. No se de que se quejan… con lo divertido y sorprendente que tiene viajar en tren, deberíamos subir un poco más el billete… en otros países en más caro todavía.

2 comentarios:

  1. No dejes de escribir.
    No des ideas, que como estar cortitos de ellas lo mismo se les ocurre que cualquiera de las tuyas es válida y nos suben aun mas el metro y el tren.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja no me necesitan para cargarse el pais. Con lo cortitos que son aun cumplen las máximas de la eficiencia. El mínimo trabajo desarrollado con la mayor ganancia posible.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...