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viernes, 27 de agosto de 2010

Negra esperanza.

Esperanza, te pierdes por las esquinas como una autentica puta que vende su placer a cambio de veinte monedas de plata. Por la mañana regalas alas junto a sonrisas vestida de azafata de vuelos para que cuando acabe el día, puedas sentarte a ver como se estrellan los aviones que querían aterrizar.

Nadie se preocupa de las emergencias cuando consigue volar, parece que los paracaídas solo están debajo de los asientos de los aviones. Caen como moscas y tú sigues comiendo palomitas con los pies colgados entre los barrotes del balcón del cielo.

Los destinatarios reciben el veneno junto a una carta y alguien te da una palmadita en la espalda con un “Animo puedes hacerlo”. Eres un jodido cáncer recurrente que avanza sin matar. Va arrasándolo todo sin prisas, pero sin pausas.

Comenta que por una vez no pasará nada y la verdad es que cuenta los errores con los dedos de sus manos, cuenta como los niños que les queda algo de inocencia. Pero la realidad es que su pasado es un cristal del que no quedan pedazos porque los ha reciclado.

Te falta valor y te sobran tantas vilezas que juntándolas todas obtendríamos un despropósito completo. Suenas a gloria mezclada con un perfume sensual, pero al caer la noche desapareces. Pareces una gata, pero no dejas de ser una leona pretenciosa que se cree la reina del mundo.

Aunque la verdad es que como valuarte eres una autentica ruina, quien necesita tu beso cuando en el fondo tan solo estas esperando ver la siguiente caída. Todo llega en su momento adecuado, puede que creas tener las cuerdas suficientes para la manada de títeres, pero en los viajes del chico, ha encontrado el hilo que ata la luna al cielo y piensa cortarlo.

Un mundo con esperanza, o un sin ella, ríe a carcajadas colgado de una estrella solitaria que trata de no morir. Al final desiste, tantas noches planeando destruir el mundo para después dejarlo correr. En vez de eso termina sus estudios y descubre los botones. Apaga y enciende las cosas que puede controlar con sus dedos y con el resto hace una pelota y la echa rodar pendiente abajo.

Cuando llegue a su siguiente destino, no será ningún problema suyo… ha puesto todas sus esperanzas en ella y las ha clavado con pegamento para que no puedan desprenderse, y ahora solo aguarda que ese montón de basura acabe de alguna manera en el fondo del mar.

Lo que ocurra por el camino, no le importa una mierda, no tiene esperanzas porque prefiere andar por donde quiera sin pedir permiso a nadie, quema las cosas que no necesita y sube al tren del tiempo. Paga un billete sin destino y se acomoda a ver pasar las estaciones.

No necesita heroína cuando la felicidad no depende de las huellas de sus zapatos en su conciencia. Extrae la felicidad de las cosas pequeñas y vuelve a razonar los sucesos para no equivocarse entre sus mundos burbuja. Vuela sin alas, porque alguien que no tiene miedo a caer, no conoce la palabra gravedad.

Rehúsa la esperanza a cada mañana y regatea con las sonrisas. Consigue buenos precios por conseguir sus deseos y salta los días a placer, como quien come gominotas. El tiempo sigue empeñado en continuar con la historia. Las urgencias esperan aparcadas en una zona de carga y descarga para que por fin los guardias hagan algo positivo.

Todos los meses recibe cartas para que se pase a recogerlas por comisaría, pero no va a un sitio por el que tendría que andar de puntillas. Evita los problemas con su nombre y ha aprendido a respirar y contar hasta 10.

Guarda sus palabras afiladas para otro momento y después se olvida de donde estaban, no quiere siquiera que le den algo bueno, le sobra con hacer lo que dice sin recibir nada a cambio. Esconde sus deseos en su subconsciente para que el insomnio se encargue de que no vuelva a verlos.

Fabrica sueños con trozos de nubes y se tumba sobre ellos.

Cuando todo parece ir bien, algo llega y te roba las ilusiones. Pero nada importa le importa cuando hace las cosas por que realmente quiere. Aguanta el chaparrón porque la lluvia le refresca y se lleva todo lo que sobra.

Renuncia a la caridad y recupera su suerte del armario. La felicidad vuelve porque en su casa no existen ni puertas ni ventanas. Con poco lo que no vale para nada acaba por tirarse, cada vez tiene mas seguro sus preferencias, pero aun así todas las noches se acuesta en el pasillo de un hotel repleto de puertas.

No recuerda cual es la suya y surgen las dudas, pero mañana por la mañana la chica que limpia todos los desperfectos, terminara por llevarle a la cama. No es a la que esperaba, pero no importa demasiado cuando la soledad y la esperanza afilan sus uñas mirando tu foto.

Él se gira y sonríe justo cuando llega al umbral de los límites. No tiene ni idea lo que les deparará el futuro, pero cambió la bola de cristal por la opción de recibir con una bienvenida a las nuevas experiencias. Deposita lo inútil en una papelera, sus problemas se ahogan sin el suficiente aire y no piensa ni mover un dedo en remediarlo. El tiempo pasa y el olvido perdona.

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