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lunes, 8 de marzo de 2010

Disfruta del viaje.

Bienvenido como siempre, pero esta vez no seré tan capullo para así transformarme en una rosa. Me olvidaré del yo y mi maldito ombligo. Dejando a las puertas del presnete todo lo que me sobró en el pasado incluyendo una caja llena de cosas inútiles que nunca he utilizado. Me quedo con las pinturas y los discos desgastados de tanto escucharlos.

No pienso ahogarme en ningún mar que no sea calmado y navegable como el de la cerveza, por supuesto surcaré los granates ríos de vino sanguíneo hasta llegar a Oporto... sin olvidarme de visitar las cataratas de absenta en compañía de las sirenas de Praga y acabar haciendo largos en el estanque de wisky que queda debajo de tu mirada. Vuelve el brillo de las estrellas a guiñarme palabras desde el firmamento de las noches de altura sin usar el arnés de seguridad. Siempre han estado ahí aunque no pudieran verse por tanta confusión que salpicaba mis pies a lo largo de las múltiples mañanas.

Todo ha terminado por girar a su ritmo y por fin has encontrado el equilibrio entre la velocidad y la resistencia. La clave es no ir mas deprisa de lo que te permitan tus pulmones y entre tanto humo al fin has conseguido lograr alguna bocanada de aire fresco, que te renovasen el aliento. Suenan las mismas canciones en el equipo pero se han ido añadiendo nuevas suministradas por un interminable goteo.

Mas no soy nadie para dejar a los clásicos olvidados a la voracidad del tiempo. Algunos deben de ser recordados por encima de su talento. La época no es una referencia, sino tan sólo un momento y como tal debe de ser renovado cuado llega su instante y casan sus notas con ese preciso tempo. Porque escondidos en su pasado esos maestros entendían a la música hasta sentirla y por eso hay que honrarles en la memoria de los muertos.

Nada ha cambiado… Comenta el reflejo sin novedad desde el espejo y una sonrisa inimitable se vuelve desalentadora al otro lado de la realidad. Algunas cosas en cambio no se pueden repetir pero la moneda sigue girando con constancia para arrojar posibilidades en una ruleta rusa con más honor que premio.

La justicia sigue brillando en las placas de las casas de los abogados y la muerte acude como cada mañana a afilar la guadaña en el mercado. Hasta ella sabe que ese hombre de la piedra tiene un arte corriendo por sus venas agudizadas, como buen observador sabe reconocer a un gran profesional que sabe dar el punto óptimo ajustado al milímetro en cada trabajo. Es un tipo agradable pero como todos acabará pasando irremisiblemente por su negocio. La ironía sigue vistiendo de arlequín los domingos por la madrugada, hace mucho ruido pero se cansa pronto.

Por desgracia la suerte no acompaña a sus cascabeles, pero en toda lastima hay otra cara y yo recibo los excedentes semanales que no pudieron entregarse los lunes por la mañana. Me estiro como un gato hasta que colocadas todas las piezas rotas de mi cuerpo vuelvo a dormir cuando ya todo el mundo ha estrenado los primeros pasos de su jornada. Las cadenas son como cordones que estiran para no estrangularse, un alivio interminable de problemas escondidos tras una misteriosa incógnita atada al otro extremo.

La luna volverá a encaramarse a las azoteas de los rascacielos cuando llena quiera iluminarnos con sus plateados rayos… seguro pintara de rojo sus labios para marcar a fuego los besos que lanzará al aire por adelantado. No tiene buenas intenciones, pero en el filo de la cuerda todos los tantos pesan lo mismo a cada lado. Y esta vez no tengo miedo a quedarme allí plantado

Trago saliva para hacer más llevadero el momento. Me quedo solo abandonado en el limbo de las opciones. Esa noche marcara las historias que me queden porque recuerdos como ese se conceden una vez cada mucho tiempo. Esa oportunidad de salvar lo que queda de alma que permanece colgada a jirones aferrada a un alero a punto de precipitarse.

Cuando todo se pare y la corriente del universo cese para devolver el silencio desnudo. Tal como vino al mundo… y de esta forma que exclusivamente se escuchen los corazones. No necesito más que sentirme fuera de mi cuerpo, de este yo clavado al cemento. Regresar de nuevo a la luna porque me he cansado finalmente de tanto asfalto y nuevas capas de pintura.

Necesito reingresar a ese lugar donde dormimos acurrucados noches enteras, vigilando tus pesadillas mientras escarbaba entre los rizos de tu pelo para que nada quedase anudado cuando saliese el sol. Reírnos durante la mañana y que nos encuentren los rayos vespertinos frotarnos suavemente contra la fina arena de plata que erosiona nuestras pieles de cualquier mal recuerdo que hubiese quedado adherido hasta lograr así disimular nuestras cicatrices cuando vuelva la oscuridad.

No recuerdo si quiera cuando fue la última vez que me sentí tan completo en una obra sin sentido del cual he recibido un personaje firmado y dirigido por anónimo. Busco esa sensación marchita para devolverle la vida que le corresponde.

Siento ser tan yo como soy y no poder ser otro cualquiera más interesante.

Hace tiempo que acepté todas las cláusulas de mi contrato porque una vez empezado el relato el espectáculo debe continuar y no soy quien para negarle al público su trozo de felicidad. Desconozco mi significado pero a cambio tengo trozos del destino. Algunas veces el puzzle encaja y otras estoy tan alejado que las cosas pierden el rumbo y es cuando me siento plastilina en manos de un niño aburrido.

Puedo coger cualquier forma antes de volver a ser un trozo de algo abstracto. Es curioso porque sólo encuentro mi imagen en las ocasiones que se refleja en tus pupilas. Brilla tu sonrisa junto a las demás galaxias de tu cuerpo y yo me fundo en el agujero negro de mis silencios. Escurriéndome junto a las cosas que nunca tendré valor de decirte y que en tantas vidas te he dicho.

Eres la razón de mi existencia aunque yo nunca hubiese vivido.

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