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martes, 10 de junio de 2014

La libertad de Krillo.



Abrió la cuartilla de la lista miró dentro y volvió a cerrarla.

Después tomo un respingo más de aire de nuevo la abrió y suspiro prolongadamente como quien deja marchar la vida en su exhalación. Por cosas así, ese trabajo no le gustaba en absoluto. Lo de Chuta era trabajo de niños comparado con esto y aún así había llegado tarde a remediarlo.

Se mentalizo durante un segundo antes de empezar a pensar por donde buscar. Se abstrajo de su cuerpo hasta que sus manos cayeron muertas a los lados, en ese entonces ya estaba flotando en la habitación. Ascendió atravesando las plantas del edificio hasta llegar a la azotea. Cuando llego, paro y observo como iban las cosas.

Por toda la ciudad se veían los halos de las bestias resaltando algunos hasta por encima de muchos edificios. Mirar Madrid en aquel momento era estar en el mismísimo cielo, si te fijabas bien podías encontrar las constelaciones y la que le interesaba en ese momento tenia la intensidad de un agujero negro. No tardo mucho en encontrarlo era casi seguro que andaría en el peor sitio de la ciudad.

Krillo había ido al retiro. Lo malo es que siendo un grillo era casi imperceptible a la vista si permanecía dentro de ese gran foco que era su aura. Era como querer cazar a un elefante con un vaso de agua o lo que venía siendo encontrar una aguja en un pajar. Su peligro no era demasiado.

Pero demasiado era una palabra muy empleada y frecuentemente llegaba hasta los peores límites. Bajo volando se metió en su cuerpo y salio escopetado hacía allí, en nueve minutos había llegado a la puerta de Alcalá y allí empezaba lo duro. El foco era como el estanque del propio parque. Si en el pasado había recreado hasta campañas navales para el deleite del público, ahora… sería recordado por algo que iba más allá de lo rememorable.

Su maldad no era tal, sino que no tenía fin y eso era lo preocupante. Era un susurrador nato, supongo que conocido de ese tal Pepito que acompañaba a Pinocho en sus aventuras. Salvo que él era diferente y no tenía dueño. Susurraba a todos por igual, sus propios deseos al oído a veces desde incluso mucha distancia. Lo hacia posible y lo materializaba, pero no escogía los deseos más puros e inocentes, sino que revolvía en las mentes hasta encontrar aquello que les atrajera fuera de la normalidad.

Y así cantaba Krillo con su cri cri que levantaba pasiones y sacaba ampollas escondidas en los resquicios del fuego del alma. No era ningún demonio notable y quizás si fuese la más débil de todas aquellas malditas bestias, pero no quería terminar jamás en su empeño de no acabar. Pues a cada deseo robado ganaba algo más de inmortalidad y por aquel entonces ya lo era bastante para un humano cualquiera.

Sufría daño, pero no moría del todo, su historia es de las más viejas del cuento y se remonta cuando todavía existía el silencio y él no podía ni siquiera maldecir. Guardaba resignación a carrillos llenos y masticaba hastió devorando invisiblemente el tiempo. Hasta que cambio y pudo romper con su estridente estribillo lo que antes era del mudo mundo. Cantaba Krillo para que todos hablaran, sino por voluntad… lo haría por deseo y así fue robando y aprendiendo. Esquilmando los secretos más recónditos. Hasta encontrar el misterioso lenguaje que vive en las miradas y saquear también todos sus tesoros escondidos en las pupilas llameantes.

- Ven a mí…

E iba a su encuentro como si supiera donde estaba, cruzando las glorietas a oscuras hasta llegar al destino. Curiosamente lo sabia, era en el ángel caído y sobre uno de sus dragones allí estaba Krillo tumbado, esperándole con sus patas cruzadas a un costado.

Detente! Grito enfurecido mientras cogía a Némesis de su cinturón permitiendo que se desenroscase de su amarre.

- Quieto, respondió.

Y parado estuvo hasta que su voz replico. ¿Por qué te dejas apresar tan fácilmente?

- Es lo que tú anhelabas.

Ya claro es mi trabajo. El tuyo en teoría era huir.

- Mi trabajo es susurrar a quien debe oírlo, y ellos no tienen suficientes deseos oscuros. Desde que estoy aquí he perdido más vida con su oxigeno de la que he ganado con sus miserias. Al menos en casa aunque haya humo, gano tanta vida como tinta tiene un libro. A cada palabra me llevo una, de cada cuento que quedo medio.

No tiene sentido perder las piernas para usar las manos, ni perder el cuello por un florero. Sisea a Némesis algo que le hace temblar de placer mientras ondea en una frecuencia oscilante y muy elevada. Se oye el quejido de una cuerda de violín atravesando cada hebra de la soga increchento en dirección a su boca. Después suspira y se desploma. Krillo se sube a su hombro y toman el camino de vuelta a casa.

- Por el recorrido largo que a mi me gusta.

El obedece sin darse cuenta arrastrando a Némesis como el rabo de un demonio distraído. Va directo a casa pero tardará un buen rato en llegar. Sabor a victoria en formato indefinido. Sonríe sin saber el porque mientras silba una canción entretenida. Llegará ya entrada la madrugada pero no le importa, siente las piernas ligeras y ganas de comerse el mundo mientras cumple lo del regreso. Se ha ido el agujero a otra parte y ahora viene la húmeda niebla que lo enmascara todo.

El bochorno se instala en plena primavera, quien no ve la niebla es porque ya esta dentro, huele a fresco y hierba. Se escucha un silbido y un siseo. Un peligro menos avanza zigzagueando por la ciudad si escuchas uno quizás tararees algo si oyes el otro puede que hagas algo diferente de lo que haces cuando nadie esta mirando. Igual que un espejo sincero que nunca se empaña. El susurro de los grillos hace perder la cabeza hasta al más cuerdo a las puertas de un verano cualquiera.

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