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viernes, 11 de diciembre de 2009

Juramento Hipocrático.


Siempre he estado aquí para nada, he cambiado mi cuerpo por uno hecho a base de humo de nuestras caladas. Volverse insustancial hasta que nada pueda a esclavizarme a ningún sitio con nombre modesto y buenas intenciones. Me juego las cadenas a la carta mas alta y las pierdo ante a un jugador de rostro desconocido. Me despido de ellas en silencio mientras que aliviado dejo que otro cargue con mi pasado.

Quedo absuelto en el último momento en que la moneda decide que mi cautiverio ha sido cancelado como la caducidad de las tarjetas de crédito. Espero que el cajero se trague un trozo grande de vida y sin cemento sobre mis zapatos volver a flotar. Rebusco en mi espalda algún pedazo de mis alas, pero el tiempo las ha erosionado hasta no dejar siquiera vestigio alguno.

A pesar de todo me arrojo por la terraza del ático como una colilla a medio consumir. Me prendo en la caída de nuevo como un cometa que sabe que va a estrellarse contra el suelo… me vuelvo ceniza antes de impactar y junto al polvo voy a posarme a otra parte donde nadie me diga que no puedo estar.

Estoy cansado de pensar en el resto de las personas que no hacen lo mas mínimo por cambiar ni un ápice sus existencias. Se desgastan capa a capa sin poner trabas ni pedir explicaciones. Son una manada de borregos pusilánimes que aceptan con estoicismo lo que acontece a sus pisadas. Piensan que estaba todo escrito, pero en casa del herrero cuchara de palo.

Vuelvo a quererme a mi mismo otra vez. He cancelado todos mis contratos y dejado las ventanas abiertas para que el aire sea el único dueño de mis pulmones. No necesito nada más que mi sombra y el silencio de la soledad. He decidido que ya basta de lamentarse por sucesos que nunca ocurrirán porque en este punto el equilibrio hace imposible que la ecuación balancee por sus propios medios hacia el resultado escogido.

No es natural permanecer al margen de las cosas. El fluido de la entropía hace posible un mar de posibilidades que bullen junto al caos del desorden que se instaló entre las sabanas de mi cama. Vivo en una isla en mitad de un océano. No hay nada más que agua de mar salpicando sin remedio las atribulaciones que con las que pesca como cebo mi alma.

Tengo una buena caña de pescar y suficientes bolas de nácar para utilizarlas a modo de señuelo con todos los pescados sin memoria que no me reconocerán entre los carteles de se busca. He cambiado tantas veces de cuerpo que he olvidado de como me llamaba. Por lo que me decidido por regresar para que alguien me llame señor X. y firmar los documentos con una cruz.

Puede que ya no haya salvación para mí, pero ni siquiera recuerdo haberla pedido. Tiro los dados para que el futuro me vaticine una aventura de las de antaño. Tengo mi chaqueta de cuero y he fabricado un puente hacia algún continente con todos los sueños que acorchaban mi noches de insomnio. Salgo de mi burbuja por un sendero insonorizado para que el agua no cargue con sus murmullos acuáticos las pisadas de mi presente.

No merecías atarte a mis talones sencillamente porque te di la libertad de no volver a caer en las trampas de los hombres. No es justo para un pez quedarse colgado de un anzuelo anónimo. Pero al menos en la conclusión de la partida los tanteos de los marcadores han quedado en empate. Al final la justicia ha brillado tenuemente a modo de despedida en silencio. Los dos sabíamos que no podíamos coexistir con el futuro sin crear heridas que nadie pudiese sanar.

Somos el ejército oscuro del placer y no hacemos prisioneros. Te di la oportunidad de empezar desde cero sin volver a cargar tus espaldas con el lastre de mis labios suavizando la historia de las caricias de seda marcándose tanto como las cicatrices de ácido sobre la conciencia.

No soy el dueño de ninguno de los problemas que no aparezcan en el propio enunciado de mi examen de evaluación. Contesto a las preguntas de forma organizada sin saltarme ni un solo punto. A la pregunta de que es lo que más he echado de menos en la vida. Mi respuesta ha sido a ti, lo único que no he conseguido lograr en la historia de los relatos.

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