Es el pretérito que viene asociado a su persona, si de algo
es notorio sería de tener una conjugación verbal propia independiente del
tiempo donde viva porque su vida esta fabricada con retazos de lo que fue y de
lo que podía haber sido a modo de collage. Sólo un historiador discerniría
entre la maraña de hilos la trama original, los demás sucumbirían irremediablemente
como los saqueadores de tumbas inexpertos en alguna pirámide egipcia.
Se especializó en nada porque dentro de su absurda cabeza
eso significaba a su vez que lo englobaba todo parafraseando a Sócrates pero
sin la humildad que debería tener. Nunca llevaba a término algo iniciado de
forma espontánea, eso aumentaba sin duda su alarmante índice de éxitos sobre
los fracasos acontecidos. Una burda burla más a su sarcástica existencia a
todos ojos fantástica que a su vez no dejaba de ser banal y sin sentido.
Habiendo dejado de practicar estaba sumido en un punto medio
clavado en mitad de una marisma en bajamar sabiéndose a salvo de tener el agua
al cuello por muy picada que estuviese la siguiente pleamar, pero sin ningún
pretexto por sacar los pies del fango y echar raíces en un lugar más apropiado.
No buscaba convertirse en un buen árbol que entregase sus frutos a quienes
quisieran recogerlos… simplemente buscaba vivir en paz con el universo.
Nada le costaba lo suficiente como para desanimarle, al
contrario cada cosa le llevaba a un desafío por el que superarse. Los objetivos
de su vida se habían transformado con el tiempo en trofeos y medallas que
guardaban el polvo en las paredes de su vieja habitación de su infancia.
Siempre podías contar con el cuando requerías su ayuda y él para variar
rechazaba cualquier propuesta en sentido contrario. Tenía una testarudez a
prueba de bombas, pero ninguna intención de poner su nombre en una etiqueta
debajo de una hazaña lograda.
Sus mejores momentos vivían en su cabeza, junto quizás a los
peores de su historia y todos ellos cosidos con sucesos indemostrables que
contaba con la naturalidad que tiene aquello que es real. La vida podía ser un
cuento y a la vez un libro de aventuras, los sucesos se recalibraban cada
instante que fuera necesario para que el aburrimiento no le alcanzara jamás. Le
gustaba la mecánica que no entendía sobre calificaciones, para el las cosas
funcionaban correctamente o no lo hacían. Por lo que entre realizado y no había
materializado un abismo palpable.
Lo irónico es que sin dejar nada a medias nunca las llevaba
al límite gracias a una falsa moderación ni las concluía perfectamente para
librarse de las consecuencias, en un partido de baloncesto sería el Dios de las
asistencias y a la vez el peor anotador con la mejor proporción. La paradoja no
tenía misterios dentro de una caja de espejos… cuando un problema caía
directamente a sus manos nunca lo apartaba sin más. Era bueno esquivando, pero
no dejando atrás. Lo cogía y lo observaba como un niño, después de un rato rompía
ese odioso silencio fabricando un monologo disparatado o silbando sencillamente
alguna estrofa que le entretuviese.
Conseguía hacer las cosas casi siempre justo antes de
tiempo. Puede que hubiese perdido pelo por ello o quizás fuera que fuese parte
de su destino. No se arrepentía de lo bueno ni de lo malo acontecido. La memoria
era lo único objetivo que le quedaba tras una existencia paralela parecida a la
de un fantasma. Su leyenda era un murmullo inteligible que goteaba por el
tiempo, ni muy conocido para considerarse un rumor… ni algo que pasar por alto
cuando escuchabas fragmentos desparramados.
Hubiese sido mejor no empezar en esto de la vida solía
repetir de vez en cuando, pero en verdad luego se corregía alegando que hubiera
sido entonces demasiado aburrido estar tanto tiempo en silencio ya fuese en el
infierno o en el mismísimo cielo.
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