Te creías Dios desde tu balcón lanzando globos de agua a los
transeúntes que deambulan en la oscuridad y fuiste a dar por desgracia con la
horma de tu zapato, porque desde que tuviste la desgracia de lanzar el primero
ya estabas condenada… Esa fue una gran equivocación, la siguiente escoger un
mal objetivo y en tu imprudencia continuar tus fechorías tras haber sido
descubierta.
Esos son demasiados despropósitos para una noche cualquiera,
pero la venganza es un plato que conocemos todos y más si has estado en cuarto frío.
Nadie te contó las contras de las acciones, ni tampoco la prudencia guió tus
pasos tras el desatino inicial.
Pensaba la princesa fumadora que había ganado la batalla
desde la seguridad de su fortaleza inexpugnable, pero la moraleja es que sabe más
el diablo por viejo que por diablo… así que mañana cuando se despierte después de
una larga noche y salga a dar una vuelta descubrirá lo que cuesta tomarle el
pelo a alguien de madrugada, porque quien ofende, que sepa al menos aguantar la
reacción desencadenada.
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