Sólo queda una semana, ni mucho ni poco… justo lo necesario
para aguantar del tirón. Dicen que las ganas se van perdiendo con el tiempo,
pero por si las moscas las he guardado en formol para que lleguen intactas al
viernes. No prometo pasármelo bien, en cambio pienso pasármelo de puta madre,
porque hace demasiados años, que no nos juntábamos tan buen plantel para un evento
de tales circunstancias.
No se si seremos unos extranjeros al lugar que vamos, pero
al menos seremos un buen puñado de manchegos buscando un fin de semana pleno.
Supongo que esponjados en alcohol, ninguna herida que no sea lo suficientemente
profunda vaya a doler porque en buena compañía sobran hasta los enemigos.
El reloj cuenta su particular funeral porque cuando llegue
el día escogido puede que se arrepienta de volver a juntar a esta manada de
mamados que formamos los elegidos, pues no seremos ni los más guapos ni tampoco
los más famosos, pero al menos tenemos al menos tres o cuatro vínculos que nos
convierten en una autentica piara escogida no para dar pate ni jamones, sino
ser un equipo donde ninguna pieza es innecesaria para lograr conseguir
cualquier objetivo que se proponga.
Una única semana y tardaremos varias en volver a recoger
todos los fragmentos que dejaremos desperdigados por media España. Se huele ya
en el ambiente el humo y se escuchan los tintineos de los hielos en las copas
amenizando noches de alcohol y alegría sabiéndose que la familia prepara el
concierto como cualquiera del grupo. Entrenando para que el cuerpo este en
condiciones para que brillen de nuevo las estrellas en el firmamento, algunas
fugaces, otras errantes, sin olvidarse de las viejas ni las jóvenes enanas
dignas del infierno.
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