En esta época ya no existen palmaditas en la espalda ni tampoco
alguna burdas imitaciones a una felicitación, sucede que tu superior anda
ocupado mirándose al espejo mientras comprueba que tal le sienta el cargo en
apariencia. En verdad no importa demasiado cuando aprendes que no eres un
caballo de carreras que premiar y adquieres a lo largo de los años una especie
de amor propio que autoinsuflarse cuando la mejor abuela que tuviste falleció
para calamidad de tus numerosos desastres personales.
El ser humano necesita sentirse satisfecho, no llega a ser
una causa directa pero a su vez no deja de ser un objetivo a conseguir porque
de alguna manera es necesario para la felicidad.
Como si no fuera suficiente hacer bien las cosas
simplemente, y no hablo de el bien / mal moralista. Sino en poner todo el amor
en ese momento que esta sucediendo, por supuesto también mucha concentración
porque la distracción es casi la segunda plaga del mundo en la actualidad.
Hacer las cosas bien esta en desuso, desde que lo moderno llego y se dejaron de
hacer las cosas a mano para que antes lo hiciera una maquina. La eficiencia y
acortar los periodos de entrega era una meta a seguir por la industria. Y no
fue otra cosa que las maquinas lo que acabo con las manualidades.
No deja de ser una involución concentrada que la búsqueda del
minimizar el tiempo no sea a su vez la condena de acelerar la perdida de
habilidad en los dedos y para nada hablo de las pulsaciones de teclado digital
que puedan producirse en un minuto, me refiero a esas viejas joyas de relojes
de antaño, de otras tantas cosas que necesitaban ingenio, paciencia, practica y
habilidad para conseguirlo.
Cada trabajo labra las manos transcribiendo en la piel la
historia de su vida y en la forma y contorno de los dedos cuenta además a que
dedica su tiempo. Las manos dicen tanto de uno como puedan hacerlo su misma
boca o sus ojos. La pena es que conforme avanzamos hacia el futuro perdemos el
pasado. La religión dice… pero la ciencia comenta que venimos de los monos… y
habiendo visto fósiles pero no biblias fosilizadas, mantengo que quizás bajamos
de los árboles algún día, más que nacer del esfuerzo supremo de un buen hacedor
de Ikebana.
Antes íbamos a cuatro patas y no me refiero a esas viejas
fiestas o esos lugares donde se vaya a ser adulto. Sino desde el gateo hacia
atrás. Los pies siempre han sido las raíces de los hombres, para erguir a la
raza humana, pero eso no implicaba que se olvidara de las manos… No es volver
atrás para recuperar una manera obsoleta de no caerse nunca, no estoy tan loco
para pedir algo tan extraño, pero no estaría mal que las manos pudieran volver
a utilizarse de forma que también pudieran soportar el peso de nuestro cuerpo
ya sea invertido o sostenido.
Siempre habrá gente que puede porque han sido esclavos del
deporte durante todas sus vidas… y que si la oficina, o el sofá o cualquier
excusa del millón que pueda darse no te da tiempo para ejercitarse a uno mismo
como para hacerlo con las manos, recuerda que casi todo el mundo construido un
castillo de arena y recuerdo lo divertido que era jugar con la tierra. El
tiempo… el tiempo es lo que hay, no hay que verlo de forma global. Tu en el año
0 no eras ni una posibilidad y en el 2300 seguramente ni existas. Pero eso no
implica demasiadas cosas.
Como destruir el planeta contaminándolo en el cielo, mar y
tierra en una vorágine de ser un consumista especializado en algún tipo de
defecto dañino para el mundo. Cuando en verdad debería ser al contrario,
cultivarnos como plantas consumiendo el poco tiempo que se nos entrega en
posesión para llegar a convertirse en joyas con patas. Visteme despacio que
tengo prisa, no fue una frase dicha en una tertulia de televisión o escrita en
un mensaje de texto. Posiblemente los monjes tibetanos ni si quiera sepan
utilizar un iphone con sus dedos, ni tampoco un nómada del desierto o un pastor
de los urales.
Pero conocen la felicidad de hacer algo dedicándole su
tiempo, creándolo desde la nada para darle un sentido a todo eso que les ha
llevado hasta ahí, con un significado y con una dedicación. Cuantas mascaras de
madera habitan las paredes de nuestras casas y ninguna esta echa por quienes
viven en ella. Hogares prefabricados, porciones individuales, personas
decoradas con ropa que ni imagino antes de comprar o siquiera zurció y por
supuesto ausencia del gusto de trabajar con las manos y sin guantes. Si
queremos evolucionar en realidad estamos creando castillos en las nubes.
Me ha gustado mucho. Es una pena que se pierda todo trabajo artesano. Una buena defensa del trabajo creativo.
ResponderEliminarUn saludo.