Desde que puedo recordar siempre me he dado golpes en la
cabeza, es una tendencia que viene de mi época de la cuna cuando conocí a mi
hermano mayor y sus juguetes propagándose en el tiempo hasta la actualidad. He
tenido rachas de al menos una cicatriz al año coincidiendo con mis etapas de máxima
actividad.
Puede que sea porque tengo la tendencia natural de arrasar
con la cualidad de ser un cara dura aunque bien es cierto que es cosa de buen cráneo,
o quizás sea por ese palmo que me sobra y me hace proclive a darme golpes con
objetos cotidianos a los que casi nadie alcanza.
Sea por lo que sea, no he padecido migrañas y todo se ha
reducido a dolores de cabeza ocasionales incrementados por una afortunada
carrera plagada de desastres naturales a cualquier hora del día. El dolor es
como una enfermedad viva, se puede padecer un sinfín de veces y sufrir después otras
tantas no tan graves. Las que son parecidas pierden intensidad con el tiempo
con la costumbre pero siempre te encuentras con una que te es desconocida y
vuelve a sorprendente su dureza.
Todos los días me prometo intentar no hacerme daño, pero
pocas veces consigo completar una tarea tan simple como esa cuando se mezcla
velocidad y mi persona en espacios reducidos. Visto franjas que me aportan la
identidad de las rayas de las cebras, puesto que no logro despegarme del
calvario de las pezuñas en sus diferentes estados.
Demasiadas veces he oído nombrarme con la palabra burro pero
mientras continúe teniendo las orejas reducidas me mantendré a salvo de tal
legado pues prefiero ser jamelgo raído antes que un asno, pero sigo asemejándome
a una cabra por mi rutina de la testarudez extrema digna de topetazo. Relleno
los remiendos de este cuerpo a base de fragmentos de vida de gato.
Soy la versión viviente de un cuadro bordado, tengo tantos puntos
que si los desenredase obtendría el hilo conductor de una novela tejida
alrededor de un autentico capullo que se pasa en forma de pupa una eternidad
antes de obtener la alas por falta de valor y pasarlo mucho peor. Si sobre sus
piernas tiene peligro constante viajando por el aire no creo que tuviera dinero
suficiente para vidas de segunda mano en el mercado de almas.
Hola Kramen... esto no es un comentario al uso. No tenia otro medio para comunicarme contigo, así que, como me hiciste entender que te gustaría seguir accediendo a mi blog, pues necesitaria la dirección de correo electrónico de tu perfil gmail para añadirte a los lectores.
ResponderEliminarY eso, pues esperando quedo. :D
Un cordial saludo.
ignea.and.ignea@gmail.com
Si quieres que lo elimine solo tienes que decirmelo :D, de todas pasará bastante desapercibido.
EliminarSiempre se pusieron en tu camino, picos de balcones, radiadores, cantos de puertas, esquinas de pared, vallas y suelos escurridizos y tu o no los sabes esquivar o los buscas a proposito. El chico de los puntos negros (de sutura, se entiende.
ResponderEliminarJajaja simplemente me deslizo y disfruto del momento. Las consecuencias no son nada si se hacen con corazon.
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