Yo digo que todo niño se le da bien parecer un adulto cuando
tiene que representar ese papel. Lo hacen lo mejor que pueden con sus manos
pequeñas y sin tener pelo facial ni las facciones. Pero pide a un adulto que se
comporte como un niño o que se relacione con ellos y casi siempre parecerá un
gilipollas hablando diferente a su tono normal o haciendo tonterías sin
importar que lo piensen los niños o otros adultos que también le estén mirando.
Evidentemente existen muchos viejos que ya son como niños, pero en todo
experimento hay un grupo que se sale de los parámetros.
Soy como ellos, bueno como un niño… porque todavía no me
considero viejo y bueno… aunque tenga cuerpo de hombre, quizás siempre haya
tenido un pequeño defecto igual que Peter Pan. Bueno, puede que tenga varios,
pero comportarme como un niño, no es uno de ellos. Son personas con sus
pensamientos y sus sentimientos… que la mayoría de las veces son ignorados
o infravalorados. Pero en verdad… a
todos nos costaría ser unos niños de nuevo.
Entreno a diario. Si fuese ejercicio… podría decir que después
de tanto tiempo ya debería ser un atleta de elite, a pesar de todo, no es esa
practica, sino la de ser un niño, porque en esta época actual cuesta… antes teníamos
espacio para correr, tranquilidad suficiente para hacerlo y sobretodo y mas
importante… Tiempo. Ahora en cambio conforme crecen las ciudades y se
multiplican las actividades de ocio para los adultos nos olvidamos de los niños
encadenándolos a la tele y la consola. Olvidándose de hasta de los libros o del
simple deporte.
El tiempo de un adulto parece ser más valioso que el de un
joven. Pero dale la vida de un joven a un adulto y posiblemente este último
estaría perdido por la moda, la jerga o incluso la tecnología. Y aun así, se
creen mejores y mas preparados porque pagan facturas y tienen obligaciones que
casi ejecutan automáticamente. Pero dales algo nuevo y tardarán en encontrarles
la función… dáselo a un niño despierto y la encontrará casi al momento.
Todo necesita preparación y cuidado. Quizás en la infancia
las cosas se hagan algo más impulsivamente. Pero si unes ambas lo viejo con lo
nuevo, obtienes soluciones mejores y puede que más avanzadas desde otro punto
de vista.
Cuando cae la noche y los adultos comienzan su trasiego
hacia sus camas para descansar las horas suficientes que tienen estipuladas. Yo
voy en camino contrario al común,
rejuveneciendo a cada paso hasta que llego al sofá casi desnudo de
reglas y obligaciones. Me recuesto cómodamente con las piernas cruzadas y le
doy al botón que me une a tantos universos como peajes haya comprado.
Es cierto que la tecnología puede quitar el sueño, pero debe
de ser el de los adultos porque no son capaces de soñar con los ojos abiertos o
meterse en la piel de otro personaje que no es tan real como sus problemas de
la vida cotidiana. No son tan asertivos como para sentir sincronicidad y la
adrenalina dispararse. Sus cabezas dicen eso no es real… pura ficción y sus
cuerpos acompañan a ese mensaje llenándolos de aburrimiento y tedio, entrégaselo
a un niño y obtendrás todo lo contrario. Alegría y chispas en los ojos… y el
aburrimiento se irá a otro lado.
Puede haya que ser muy adulto para prosperar en la vida,
pero a su vez hay que ser muy idiota para con el tiempo olvidar lo que era
sentarse a sentir como lo hace un niño y no importa el juego… ya sea de cartas
o de mesa, ni siquiera el formato. Sólo importa que durante un momento nada
importe más que eso… en ser sencillamente felices y quizás ganar… o puede que
perder, pero nunca el tiempo. Porque ya hacemos bastante por otras personas
como para un momento no necesitar una crema antioxidante y tonificante para sonreír
y disfrutar sin que el dinero no sea más que un papel en la caja del monopoly.
Prueba a darte un respiro.
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