Se que llego tarde, pero a ti nunca te importó cosas de tan
poca relevancia. No es que fuera lento, sino que en el afán por la
competición me enseñaste que no siempre
el primer puesto era lo primordial. A veces simplemente hay que conformarse con
haber conseguido llegar hasta ahí sin cesar en el empeño por lograrlo.
Pocas veces gane con la ventaja de poder disfrutarlo con mi
entrenador’, siempre por los pelos pero aún así disfrutando del momento y de la
oportunidad, se ve que la abuela te dio la misma educación que años más tarde
nos inculcaste desde los primeros pasos del mundo de la velocidad.
Cada día sigo siendo ese caballo indomable que pule la
superficie del prado hasta volverlo tan transitable como una pista de hielo
anegada de aceite… mi mundo siempre fue a una velocidad que tu determinabas
como tuya, y se que te echo de menos como a cada Nano pronunciado por mi boca,
porque dos días después de tu aniversario se nota de ti tu ausencia, así como
toda esa energía que desprendías sin ni siquiera proponértelo.
Sigo bailando, pero no logro despegar los pies del suelo,
con el tiempo me he vuelto cada vez más pesado como todas esas figuras que
remarcaban tus libros de buenas acciones. En verano descansabas hasta llegar
septiembre y sus nuevas adquisiciones. En verdad eras como un corredor de
apuestas con tu propia manada de purasangres.
Entonces volvías poco a poco a reacondicionar tus
habilidades, las lustrabas durante semanas en las que equilibrabas todo de tal
manera que podías comenzar ese trabajo llamado competición donde la batalla no
es más que luchar contra otro adversario sin enseñar las cartas hasta el final de
cada ronda.
El orgullo sigue siendo eso que te hinchaba y supongo que guardabas
parte en esa barriga dura como la piedra que te daba ese toque de humanidad
pacifica y a la vez alegría. En cuanto pueda iré a verte, mientras tanto sigue
disfrutando de las vistas y de la película de cómo nos va. Siempre pensé que te
hubiese encantado ser cocinero y creo que eres de los pocas personas que se le
llenaba la boca de decir que hasta sabía hacer pan. Intento correr, pero sigo
arrastrando los pies contra el suelo. Sigo calentando y esperando, esperando y
calentando hasta que todo vuelva a funcionar de nuevo.
totalmente de acuerdo
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