Siempre fui un kamikaze, incluso antes de conocer ese
significado entre los libros de historia. Era algo que latía dentro de mí,
fuerte como un tambor de guerra… conforme se iba acelerando el ritmo se iban
bajando el nivel de precauciones y normas morales, lo ético se fundía como el
estaño… gotas absurdas cayendo en una diana concéntrica y acompasada. Cada vez
más rápido y más calor hasta estallar el infierno y perder la razón para
desbastarlo todo y en el silencio de la calma volver a regenerarme como un
reptil casi extinguido.
Cuando las cosas van mal la gente suele correr a ponerse a
salvo. Yo corro hacia el foco del problema tratando de encontrar una solución espontánea.
La muerte no es más que una meta con flores en vez de laureles.
Todo el que ha muerto al menos una vez lo sabe, sólo hay que
a veces los hay que no despiertan y otros que al contrario nunca se quedan
dormidos. La inteligencia en este caso, no tiene nada que ver. Lo lógico es
protegerse a uno mismo del dolor… no en ir en dirección a su origen.
Pero supongo que fueron los mártires quien me enseñaron más
de la vida, de caer y levantarse que los que tienen carreras meteóricas y luego
caen como su nombre indica, para no levantarse nunca jamás. Quien diga que hay
cosas imposibles es que no lo ha intentado hasta el punto del dolor, sea cual
quiera su formato. La sangre no duele tanto y gran parte de lo que se rompe
puede volver a unirse a pesar de que nunca vuelva a ser el mismo que el
original.
Con la vida es igual… no hay un solo camino, porque en cada
elección puedes escoger como si fuera una raíz… yo en cambio crezco como si
fuera la concha de un caracol, lo hago de forma espiral descenderte. Se que
llegará el día en que mi suerte se acabe y llegue al final. Allí donde no hay
por donde seguir avanzando. Mucha gente dice. Sigue hasta que logres ser algo.
La mayoría de ellos sólo dicen gilipolleces, porque ni ellos saben su propio
destino, como para ayudar en nada a los demás.
A pesar de todo lo intentan, dan malos consejos y peores
decisiones, intentan aprender de tus errores para usarlo de ejemplo en los
suyos. Pero como en casi todo el verdadero aprendizaje viene de la práctica y
no del desarrollo. Por ahora sólo debo sonreír y decir gracias por la
oportunidad de darme un lugar donde estrellarme contra la pared o encontrar la
salida hasta una mejor meta. Sólo necesito tiempo, y eso se aguantarlo por que
con el tiempo descubrí que las heridas sangrantes dejan de doler tarde o
temprano. El dolor es como el agua… cambia de estado hasta vaporizarse, no lo
hace de forma natural, sino que se transforma por la inercia de su frecuencia y
intensidad.
No deja de ser un sentimiento captado por impulsos eléctricos,
mientras haya chispa y energía. La oscuridad es tan incierta como todas
aquellas cosas que vemos y no podemos controlar. A la ecuación de la muerte
sólo los euritos de ese arte le encuentran solución. La voluntad propia es la
encargada de la elección de pulsar el gatillo, la mecánica espontánea, es la
que se encarga del resto. La repercusión
de las acciones suenan en el silencio aunque una soga acabe de partirte
el cuello. No hay final sin consecuencias a ambos lados. Ningún resultado final
esta bien balanceado.
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