Sabe aquel que reta los defectos del retado. Los reúne por
adelantado, conociéndolos hasta el último de ellos. Apuesta sobre seguro, sino
ni siquiera lo intentaría por descontado.
Tiene constancia de que con un orgullo como el del
interesado, es peligroso poner una fecha pero asume el riesgo al también saber
de buena tinta, que alguien como él nunca aguantará las normas de alguien.
Lo se porque una vez estuve bajo su mando, él lo sabe por
eso apuesta contra mi incapacidad de cumplir la voluntad de un superior sin
rechistar. Mi perdición es la boca, por eso apuesta fuerte a una sola carta. Si
gana, confirmará su vaticinio… si pierde, él mismo se pondrá la cuerda al
cuello y tragará saliva.
Que vuelva su perro con el amo es un mal resultado. Porque
es aquel único animal que le muerde mientras sonríe con cariño.
Así que a día de hoy. Estoy perdido…
Tengo por delante un año, trescientos sesenta y cinco días
en los que tendré que entrenar la máxime de donde hay patrón no manda marinero.
En las que por supuesto guardare la sinceridad en un cajón de la mesilla y para
no sacarla en mucho tiempo. Es un horizonte auspicioso para un sumiso. Un
calvario para alguien como yo.
Pero a la vez… es mi reto personal para volverme persona, y
ser capaz de regresar a la manada y comer pienso en vez de realizar ese mismo
verso. Y no lo haré por mí, sino por él ya que es más que un amigo… es como un
hermano pequeño que sabe lo que maquino antes de yo mismo masticarlo.
Otro caballo, de otro establo… Pero a su vez alguien con el
que muchas veces no tengo que ni romper el silencio, al igual que una sombra
hace con su dueño. Mas yo no pertenezco a nadie, con la edad gane mi propia
libertad. Y no es que quiera volver a ser esclavo. No es eso… es que a su
cargo, comprendo lo que significa un genio.
Y que a veces mi mal genio hace que no me vayan bien las
cosas sin sacar el cuello de una gran bola de problemas asociados a mi
conducta. Pero también debo lealtad a mi estirpe y a mi sangre. La que fuera y
a la que ahora es. Y gracias a mi gran testarudez ganar esta apuesta.
Por primera vez ya no me valdrá de nada la velocidad ni el
ingenio. Habrá que olvidarse de la soberbia y el egoísmo. Dejar de contar los
fallos del prójimo para centrarme en los míos y hacer lo que mejor se me da en
el planeta. Resistir con constancia y aplomo, si lo logro pasar a lo siguiente.
Hacer lo segundo. Volver a incordiar a mi hermano pequeño ganándole
de nuevo. Pues puede que donde haya patrón no manda marinero… pero más sabe el
diablo por viejo que por diablo y en esa escuela yo tengo ya el rabo y los
cuernos. Además nunca me ha gustado suplicar un empleo, el destino lo tengo
ganado por derecho.
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