Le gustaría confesar que hace tiempo que no ve al demonio de
la sonrisa, que lo dejo aprisionado en una de las ciudades que vivió y a la que
nunca volverá porque allí nada se le pierde. A veces sueña que debió ser así,
pero otros días me cuenta por mensajes que le ha vuelto a ver, preocupándose
con tremendo pavor y huye allá donde nadie podrá encontrarle para recomponer su
valor antes de volverse a zambullir de cabeza en la vida diaria.
En ocasiones viene a casa y se encierra, dándole todas las
vueltas a la cerradura y bajando las persianas. Se toma una tila y entre
bocanadas de humo me cuenta que le ha visto en el metro, o en el otro lado del
espejo por la mañana al afeitarse. Dice que le sigue a donde va y que puede
sentir su risa musa escondida detrás de su sonrisa. Piensa que esta volviéndose
loco con todo este tema.
Viene a mi casa porque en el fondo lo entiendo. Tiene miedo
y es natural… casi todo el mundo tiene una naturaleza tranquila y algunos son
como bocaditos de nata. Vienen dos en uno y a veces es un problema porque si
son parecidos no deja de ser un paseo en barca un domingo por la tarde. Pero si
son diferentes… es como una explosión en el metro un lunes por la mañana.
Habrá victimas y destrucción rodeadas de gritos mezclados
con caras de sueño y gente que no se enterara de nada hasta haberse tomado su
debido café. Pero en el caso de los demonios de las sonrisas no llega a ser tan
grave. Si, la mayoría de las cosas que lleven demonio en relación serán mal
vistas incluso desaprobadas, en este preciso caso su maldad no esta tan
denotada.
No deja de ser una posesión simbiótica de un bipolar
explosivo. Se mezcla con ese tipo que nadie querría tener en su vida transformándolo
en una especie de duende malvado cuya finalidad es causar sonrisas de cualquier
forma que se precise. Y es normal que tenga miedo a ser feliz y hacer feliz a
los demás.
Él ya era feliz hace tiempo, pero ahora en su madurez no
necesita perder la cabeza en un manantial de felicidad, tampoco quiere que
nadie le tilde de loco excéntrico ni dejar que su otro lado asome la cara sin
que alguien le invite. Por eso huye, pareciendo aún más sicótico o culpable si
cabe, pero no le importa. Ha reunido todo el valor que llevaba en sus bolsillos
y ha venido a verme.
Porque sabe que puedo ayudarle en este problema, también ha
reunido fuerza para venir porque lleva años sin verme o al menos sin intentarlo
mucho, pero en ocasiones como esta soy el tipo idóneo para la misión. La verdad
es que no puedo acabar con su demonio, una vez aparece no se puede desprender,
pero si puedo alimentarme de el… Bueno yo no… sino mi propio diablo, también de
su familia.
Y es que resulta que yo ya lo tenía mucho antes, pero con su
uso y disfrute ha acabado tan anclado a mi que terminamos siendo uno, y eso no
deja de ser un problema… porque tarde o temprano te juntas con alguien que
tiene lo mismo que tu, pero sin estrenar y va y de alguna forma se contamina o
eso quieres pensar por compasión. Pero también hay veces que ya estaba dentro y
no lo quería ver, cuando lo tenias delante apartabas la mirada y sin
preocuparse demasiado se intentaba seguir adelante.
Yo en cambio cuando vino a mi, le acogí con los brazos
abiertos, no por nada, sino porque es algo que me caracteriza. No hago distinción
entre buenos y malos si son mis amigos. No quería por nada del mundo que
pudiera molestarse por tratarle diferente y así empezó nuestra singular amistad…
que no deja de ser como lo de las endorfinas y los atletas.
Nosotros en cambio preferíamos las terrazas y las cervezas.
Supongo que la sensación es la misma, sólo difieren los costes y beneficios. Así
que hago lo indicado… abrazo a mi amigo del pasado y le aprieto con cariño
mientras mi otro yo va creciendo lentamente. Absorbiendo como hace una planta
del suelo y del cielo. Sigue haciéndolo hasta que le siento desplomarse bajo mis
brazos. Después le llevo al diván y dejo que descanse.
Cuando se despierte volverá a huir de mí como si fuera el
origen de sus males… lo hará sin girar la cabeza atrás dándome las gracias aliviado
mientras se aleja. En el fondo no se atreve a mirar de frente sus problemas,
pero es rápido y mientras yo exista tendrá un comodín de su salvación.
Por mi parte, cada día soy un poco más grande y algo más
perverso. A veces hasta alguien se ha muerto de risa en mi presencia, pero sin
prueba no hay delito y yo también se desaparecer entre cortinas de humo
sobretodo si es de noche o hay sombras. Intento llevar cascabeles siempre que
puedo para avisar de mi presencia hasta a los invidentes, pero no en todos los
sitios me dejan.
Sigo saltando de burbuja en burbuja y dando pellizcos. A
veces incluso juego a marionetas con los humanos desde los tejados. Antes
incluso recolectaba almas a bocados como hacen los zánganos del infierno, pero últimamente
lo estoy dejando por las denuncias y reclamaciones.
Ahora fabrico pasteles y textos. Cada uno tiene su textura y
su fundamento, pero todos ellos están contaminados por mi persona sea
cualquiera quien lleve los mandos. A veces miento… otras digo la verdad. La
historia es una moneda que rueda sobre el suelo para pararse de pie sin llegar
a decidir nada. Hasta el azar puede ser siniestro si le das el poder a un trozo
de metal y esperas a ver lo que pasa.
Tus finales siempre son duros y buenos, muy buenos.
ResponderEliminarSe hace lo que se puede, nunca se me dierón bien los finales... cuesta mucho parar, pero tampoco es viable seguir y seguir. :D
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