Igual que un guerrero lleva tiempo esperando diligentemente
a que las circunstancias se alineasen de nuevo. Un retiro suele ser algo
deseable por la gente normal, aunque en su caso simplemente era un descanso,
una pausa en el sendero del asesino. De nuevo se escuchaban los tambores de la
batalla y él nunca fue de los que llegaban tarde a una invocación. Así que
sacando a Némesis de su escondrijo, acaricio después de cierto tiempo su fría
silueta dorada. El tacto metálico le devolvió una sonrisa congelada que brillo
fugazmente por su pétreo semblante curtido. Otra vez se sentía completo cuando
con un gesto de muñeca abrió el tambor para continuación llenarlo de balas lentamente…
Primero las limpiaba en su camiseta hasta adecentarlas para
acto seguido deslizarlas hasta quedar ajustadas, cuando terminó, media docena
de hombres podrían no ver la luz del amanecer nunca más, pero no era asunto
suyo, sino desgracia de ellos hacer saltar la libre. De siempre había sido de
gatillo fácil, no es que la espera le hubiese convertido en alguien impaciente.
Eso no pegaba con su taimado estilo, pero tampoco era alguien que se quedase
parado ante una situación desfavorable.
Es cierto que había perdido la esperanza de que volviera a interesarles
a los dioses del patíbulo. No solía darse el caso de que después de tanto
tiempo apartado de la muerte a la gente le diera por regresar, porque básicamente
eso era lo que normalmente les costaba la vida. La inactividad dormía los
sentidos y apaciguaba a los demonios… y eso en el arte de la guerra, era como
quitarse la armadura en un combate de espadas. Pero él no era como los demás,
su talento estaba tan innato en su sangre que latía en su interior insaciable
como una condena eterna.
Ahora, era el momento de empezar a moverse, de iniciar la
primera acción necesaria que no había sido otra que empuñar la culata de su
otra mitad. Convertirse de nuevo en uno, la mismísima personificación del fuego
del infierno en el cuerpo de un simple hombre con la mirada vacía de
sentimientos y a la vez repleta de un odio difícil de mirar., con un robusto
cuerpo tachonado de cicatrices mal cosidas y de heridas que nunca terminarían
de cerrar dentro de un alma rota a jirones. La verdad es que de cierta manera
era de esa clase de personas de las de cruzar de acera si te la encuentras en
sentido contrario… o de esconderte detrás de ella en el caso de producirse una
bronca en un bar.
Había regresado de entre los muertos para volver a servir a
su amo. Después de un interminable periodo, estaba dispuesto a bailar sobre el
sonido de las balas surcando el cielo. Llevaba su chupa de cuero y sus botas altas.
Ajusto a su compañera debajo de la axila junto a su corazón y salio de esa habitación
abandonada que había sido su refugio durante el destierro. Era el momento de
sembrar sus semillas y esparcir sus raíces, el viaje estaba a punto de comenzar…
en ese instante solo necesitaba una puesta a punto y ya tenía un objetivo
burbujeando en su mente. En cuanto acabase con ella. Ya no tendría sentido
aquella ciudad y con la conciencia tranquila por haber exterminado lo que le
causaba pesadillas sería el momento apropiado para empezar con buen pie el
camino del viajero infatigable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario