Dicen que estamos solos en el mundo, que vagamos en soledad
salvo en determinados momentos en que se comparte la historia con mas personas.
Pero yo encontré una familia hace tiempo y no es una de esas que se encuentran
fuera de tu cuna en tu casa mirándote como un desconocido.
Sino de las que se forman con paciencia, fabricada con
trozos de distintos lugares, incluso de otros países. Igual que un puzzle
incompleto fui llenando los huecos con personas que encajaban hasta lograr
construir un puzzle compuesto de otros tantos que el mío no tiene ningún
sentido si lo volviese a montar como al principio.
Algunas piezas que me tocaron no me pertenecieron o incluso
estuve años intentando evadirme hasta que me libre de ellas, extraviándolas allí
donde nunca volviese a buscar. La imagen que mi caja contenía era una de
ficción. Podría llamarse la familia feliz pero no sería otra cosa que una
mentira. No me puedo deshacer de mi sangre, pero al final comprendí que tenía
el derecho de decidir cuales podían continuar en mi partida.
Me siento en parte fraccionado porque una de parte se marcho
a la ciudad de las luces, y ahora Madrid parece un poco más oscuro y
desangelado.
Siguen estando según que calles más o menos vacías, pero
ahora se que no me volveré a encontrar a ese trozo de mi que ahora esta
tan lejos. Mi puzzle esta terminado y a la vez esta sin concluir porque cuando comprobé
su validez en chivato electrónico bramo con su estridente pitido para
comentarme el fallo.
Me he dado cuenta que me faltan cosas que me hacen sentir
vivo, y no experiencias a medio pelo. Mi padre me enseño a hacer las cosas bien
a la primera, así que no me vale de nada gastar el tiempo si la oportunidad no
lo merece. En verdad me sobra energía todavía como para aspirar a brillar en el
cielo. No soy ninguna estrella, pero me he estrellado tantas veces que mi
carrera puede considerarse de meteórica. Aún más, nunca fui bueno recibiendo
ordenes, pero de ese exiliado de alguna manera las aceptaba porque no dejaba de
buscar el bien para el mismo propósito.
Ya que vemos la misma luna, puede que en breve vuelva a dar
un salto y desaparecer de esta ciudad para asaltar la siguiente. Las mismas costumbres
distintas peceras. Porque si el mundo es una gran manzana, a esa isla tengo
ganas de darle un bocado. Cada vez que salto, los edificios se vuelven más
altos. Puede que esa sea una ciudad llena de barrotes, o puede verse que allí,
cuesta menos subir trepando a la burbuja blanca. Sus azoteas deben de ser la
agonía de a los que el vértigo les pega al suelo como un sólido fundente.
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