Y entre las múltiples pesadillas que reinaban sus madrugadas
encontró la manera de matar a la bestia.
Que no era otra tan simple como mearse sobre ella.
Porque si el Fénix era un ser de fuego que renacía de sus
cenizas una vez muerto… que podría hacer un ser mágico como tal, si un
desalmado cualquiera las convertía en barro mezclándola con la orina de una melodía
silbada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario