Sigo pensando que esta batalla
no pertenece a ninguna guerra
que precise mi mísera presencia.
No hay nadie que yo llame familia
ni ser especial que defender debiera
sin rastro de talento
abunda la paja
pero sin aguja de oro
dentro dormida.
Cuando me canse de esperar
sin fe
sencillamente queda recoger
e irme
a otro lugar donde pueda
esconderme
mientras llega la sombra
del purasangre
detrás de ese olor a
libertad y almizcle.
Todavía falta una eternidad
entera
hasta que regrese del
exilio la estrella
que arrasará el mundo tras
su estela
condenando a todos con su
justicia
que no es otra que la cruda
condena
de dar a cada uno lo que se
merezca.
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