Mucho tiempo lleva en piloto automático, sin darse cuenta a
penas ha pasado un cuarto de su vida consciente pero sin tener el control sobre
la mayoría de las cosas de las que no tenía interruptor. El tema laboral era el
más recurrente, tenía un sinfín de obligaciones pero una mierda de
responsabilidades que se podían enumerar en dos bloques muy sencillos. Ir a
trabajar y una vez allí Trabajar sin causar demasiados problemas, aún menos
dolores de cabeza y llevar la máxime de Oír, ver y callar tatuada en el cuello
como si fuera un puto mono.
La verdad es que ir en automático era todo más fácil. Apenas
llovían marrones y el tiempo pasaba más o menos deprisa según los bailes que se
tuvieran pendientes. Los días buenos podías entrar y salir sin darse cuenta de
que había pasado todo. Los malos eran bastante peor que un engrudo a base de
patata fría y seco como un desierto. Se atragantaban, se torcían e incluso podían
llegar a astillarse sin llegar a partirse por lo que siempre había mucho más
escondido a punto de derrumbarse sobre uno mismo.
Pero llega ese día en que te dicen que apagues a la máquina pulsando
el botón grande y recuperes el timón de la nave y ese día todo vale mientras te
haces con los mandos y recibes a fascículos un control que casi había llegado a
extinguirse. Nadie pensaba que fuera a lograrlo pero ante grandes desafíos
siempre demostraba su valía sacando adelante sin apenas haber tenido el control
el último trozo de su historia. Ahora también cantaba y seguía bailando, a
veces incluso lavaba los platos o sacaba la basura. Todo eso le daba igual
porque ahora trabajaba la mitad y aunque no fuera el empleo de sus sueños con
los años había logrado aprender mimetizarse en su exilio por el infierno.
Entre su camuflaje y ser capaz de superarse a diario a veces
sucede que tras recibir tantos mandobles, la vida te regala una piel de lagarto
y un aguante sobrehumano al dolor o la molestia en cualquier formato.
Recuerdo que una vez perdí el control, y no se si todavía lo
he recuperado, quizás no me acuerde de ello porque estoy algo más cercano al
limbo de los lunáticos que a la montaña de los muy cuerdos en argentino. Sólo se
que nos llevábamos bien pero era mejor incluso los domingos por la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario