A cada año le siguen sus cifras y sus balances, concluyen
los números y subrayan las pocas cosas que no se han convertido al vistoso rojo
de las cuentas perdidas. Sigue siendo el 7 número de fortuna con su desdicha
cosida al reverso. Escondida de la curiosidad hasta que llegas a ese punto y
descubres la jugada que había encubierta detrás de la meta.
El siete no te abandona como cualquier otro, no… se clava
como una saeta y te desangra mientras te siguas moviendo. Desde los pecados
capitales que tanto disfruta la bestia como los colores del arco iris por el
que tanto le gusta deambular durante toda la semana entre calderos de oro para
cada astro sagrado.
Lleva gastada una menos de la mitad de las que posee
cualquier gato y sufre su aniversario junto a Mecano cada año sin olvidarse ni
un instante de tacharlo en el calendario, ahora le persigue hasta en los sueños
que no tiene o en los boletos de la lotería que se le insinúan al verle, en
toda historia sucede y en pocas no toma relevancia.
La música sigue calmándole con sus notas danzando sobre
cuerdas y vientos de metal mientras a su espalda siguen brotándole plumas para
alcanzar su destino encabezando a los demás arcángeles. Perfecta es la forma de
ese maldito número que muerde, araña y después zurce cualquier descosido o jirón
que haya ocurrido o este por venir. Por lo tanto baila con su siete grabado en
su nariz para que no lo olvide.
Y crece sin llegar nunca al ocho que hasta tumbado eterno parece,
ni mengua para llegar al seis. Continua sin desmerecer ni lo que le precede ni
acontece, testigo de su vida permanece mientras espera estoicamente a que la
cuenta atrás termine en septiembre con la libertad que bien merece quien
aguarda sin desfallecer por mucho que se empeñen quienes no lleven su vocales
en el nombre.
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