Hoy llame a tu número y se puso otra persona que me cae
bien, pero sigue sin ser tu y tu voz y ese abuela en un solo grito que a ti te
alegraba el alma y otro se le hubiese limpiado de cera hasta el tímpano tampoco
le ha impactado tanto.
Intento acordarme poco o casi nada porque eras Ciudad Real
con sus casas y su clima, cada vez que salía o llegaba de otra ciudad
significaba chillarte al portero camino a casa y que tu beso y tú vaso de
refresco fuera lo primero o lo último que pasara. Ese barrio siento decirte que
ya no tiene tanto encanto y no he vuelto a pisar la que era tu casa desde la
vez que estuve. Tus cosas siguen por mi cuarto, con tu olor y tus historias
pero ese es tu rastro y lo que queda en mi memoria tangible.
Ahora es como si andases de viaje en el inserso, dando
vueltas alrededor del mundo, se echan de menos tus judías pintas y la cuchara
del abuelo, también las partidas de cartas en las que no pasaba el tiempo hasta
que llegaba el sueño bien entrada la madrugada. Siento a veces que tampoco
tardaré tanto en veros en el fondo y que vosotros seguiréis siendo tal y como
os recuerdo en esos veranos que siempre se acaban quizás muy pronto y también en
esos platos de cristal gastados por una vida, pero toda una vajilla que podía
alimentar a toda una familia.
No pasan los años, sólo es una fecha como la aquella frase
que decía aquel profesor que estuvo preso y tras años de cautiverio retomó la
docencia comenzando la clase con… Como íbamos diciendo ayer… y eso es lo que
ocurre que algo dentro de ti te lleva al nombre y Fray Luis de León… y otras
tantas cosas me llevan a pensar en mi abuela.
Sigo cocinando… ahora tengo incluso cocineros a mi cargo y a
veces hasta les enseño algo, como cuando tu me contabas tus trucos antes de
pensar si quiera en el oficio. Ahora puede que hasta te empatase en algún
encuentro sin importar el terreno de juego, pero la cocina de mi casa sigue sin
tener el aroma que te acompañaba a donde fueras y hasta puedo ver la bolsa del
pan detrás de la puerta de la cocina para acompañar esos guisos y viandas.
La memoria sigue siendo igual que jodida, a veces demasiado
porque no olvidas nada y eso a veces hasta te hace llorar si merece la pena,
por lo que he estropeado momentáneamente el ratón del portátil, pero eso no
importa porque todo se acaba secando aunque yo sigo prefiriendo no tender la
ropa fuera, tu tenías habilidad en eso… en cambio a mi no me compensa por la
perdida de pinzas. Brazos largos en cuerpo pequeño, en el fondo eras muy lista
aunque pusieras cara de ingenua con esa sonrisa formidable.
Y no te preocupes por verme un día triste, mañana de seguro
me habré olvidado pero M fue a la misa de su abuelo en cambio tú bien sabes que
no soy de esas cosas, pero a diferencia del capicúa del tío, tuviste que
encontrar otra forma más sutil de acordarme de posiblemente la persona que más
me ha querido con todos mis defectos y a la que nunca he mentido porque tenía
la capacidad de leer hasta el alma. Las piadosas me las reservo en ese trato
con San Judas que tenemos a medias. Yo sigo con ello hasta que vuelvas de las
vacaciones, es justo que a veces dejes eso de pedir por los demás en manos del
que enseñaste para qué coja practica y soltura antes de proseguir el legado.
Un beso y un gran abrazo de esos como las telas de tus vestidos, suaves y confortables como siempre ha sido estar contigo. Gracias por seguir en mi historia pues nadie como tu me enseño la paciencia para obtener algo que ofrecer como alimento.
De alguna forma extraña esta canción le pega perfectamente...
No lo dudes, regresará de su viaje, y nos guisará alguno de sus platos de maestra. Y jugaremos a las cartas o al parchís con olor a trópico.
ResponderEliminarNos sigue cuidando, y queriendo. Tanto amor no se apaga solo con tiempo.