Sonrisa macabra tu que te dibujas
en las caras de los más gilipollas
deja que el destino sea quien depare
lo que la historia ahora les esconde.
Y que sea mi paz y todo mi silencio
templo, tumba y nicho del susodicho
que mi leyenda turbo con su presencia
manchándola con su mezquina palabra
enroscada en una inútil y parca lengua
de ladrones y embusteros amiga digna.
Que hoce su hocico de cerdo hambriento
la comida que de otro no merezca aprecio
pues fue de ciego atrofiado ser tan necio
y zafio de no darse cuenta de lo que tuvo
sin dar si quiera nada a cambio del tiempo
que valía sin duda mayor valor que su oro.
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