Deje de soñar cuando aun no tenia las herramientas
necesarias para poder fabricar un buen sueño y pintarlo de fantasías, mi
sonrisa se seco en el momento en que tuve que convertirme en un adulto y sólo
vuelve en contadas ocasiones en las que ya no sabe ni siquiera igual que antes.
Aun así no hay un día en que no busque de alguna manera sentirme feliz para que
el niño que vive dentro de mi no se muera de inanición a través de sus hondas raíces.
Llene de humo mis pulmones porque era la única manera de que
no tuviese suficientes energías para salir corriendo dejándolo todo plantado y
porque a su vez era de lo poco que me relajaba cuando dejaba pasar el tiempo a
mi lado sin la posibilidad de marcharme con el por tener que volver a las
obligaciones. Todavía sigo fumando a veces sencillamente porque ahora es el
placebo que calma al gorila que vive en la jungla de mi pecho.
Nadie apostó por que la vida fuese sencilla, ni por supuesto
te dio un libro de instrucciones con las soluciones marcadas en fosforito para
que el camino fuese un campo de flores. En eso se olvidaron de las guías, de
los trucos y de los consejos. Simplemente nos dieron una palmadita y dejaron
que aprendiéramos por el mítico prueba y error porque en el fondo les gustaba
sentirse más listos si los de abajo fallábamos donde ellos lo hicieron.
Pero la vida es una, no tiene continuidad ni se puede
amortizar… lo que tienes lo dejas y por muy meticuloso y organizado que fueras
ninguno lo hará como tenias pensado.
Sin que el punto final tenga la última palabra, seguimos levantándonos
y cayéndonos hasta el límite de nuestras fuerzas conjugados con la voluntad de
seguir adelante para así no volverse un mero árbol. La vida continua y es en
ese momento cuando se debe de reunir las experiencias y las enseñanzas y volver
a escribirlas bases.
Intento sonreír todas las mañanas a pesar de que el tipo del
espejo es tan diferente al que recordaba, su sonrisa ahora mellada ya no es tan
blanca como lo era entonces y aunque sigo teniendo mas responsabilidades de las
que quisiera, la barba sigue dándome un toque de presencia mientras el niño
juega al escondite con el gorila por mi cuerpo. A veces se rompen cosas, otras
se arreglan. En ocasiones hasta se consiguen materializar los sueños. Yo sigo buscándolos
donde los deje, colgados de la luna en una telaraña que hace las veces de
atillo como de morada para aquellos sueños que nunca tendré y esas personas que
aunque quise mantener a mi lado por cualquiera de las razones se fueron de mi
vera.
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