Iba montado sobre una aterciopelada voz que se fundía con lo
oscuro que habita en los cenagales de Nueva Orleáns. Ya entonces no le
importaba donde tenía enterradas sus raíces, simplemente vestía su nombre junto
a su cara y casi todos le reconocían. Cuando empezaba a lanzar palabras por su
boca el mundo se callaba y el ritmo comenzaba a acompañarle. Su garganta parecía
un brillante contrabajo color caoba con las cuerdas en oro. Las notas en un
concierto te hacían vibrar por dentro te tocaba las paredes de los órganos y detrás
de tu cerebro hormigas bailaban la música que suena de fondo.
Él sigue viviendo… no solo en las cosas que dejo, ni a sus
escritos. Pues en papel todo tiene valor adquirido, si no en su voz porque en
parte lleva algo de su parte impresa… o en sus imágenes donde siente incluso
cuando esta cantando… eso no le limita cuando el aire suena a trompeta y su
lengua al contacto del metal hace que estallen cientos de estrellas, los flashes
disparen y los corazones se encojan y tiemblen. Que la gente se vuelva diminuta
a la vez que él crece como un hongo nuclear.
Mucha energía contenida en un cuerpo…
aún más potencia cuando sale fuera.
Y vive, por supuesto que alguien como el sigue viviendo. Ni
la muerte pudo callarle, ni el tiempo le ha borrado. Las estrellas surgen y no
hay nada que pueda hacerse para detenerlas, sucede que no es poco… porque en un
mundo sin estrellas, más bien nada se puede conseguir. Dominarían el firmamento
nocturno las luces artificiales que quieren brillar mucho pero no pueden sin transgredir
alguna norma energética.
En cambio por el contrario él brillaba con toda naturalidad
explotando y conteniéndose, acariciando la textura a algas que parece el mundo
que queda delante cuando se mira desde un escenario, bailando con ella… haciéndola
moverse con sus canciones y logrando que de vez en cuando se sienta uno en el
cielo como cuando volaba entre mundos. Y vuelven las sonrisas como flores en el
campo en primavera y el tiempo se esta poniendo triste y amenaza con llorar
sobre las hojas que empezaran a estar secas. Y cada la noche cae antes y aunque
el frió se acerca, sigo tranquilo buscando ángeles y estrellas camino del cielo
de esta ciudad que parece un muestrario de bombillas.
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