Se canso de mirar al cielo esperando que las respuestas
cayeran como las estrellas fugaces, también lo hizo de intentar comunicarse con
los dioses sin que ellos le devolvieran las llamadas. Nunca debió ser demasiado
importante para ellos, pero por primera vez en su vida se sintió dueño de si
mismo, así que defraudado por sus obligaciones pasadas sin recompensa oportuna…
olvido la única función que había conocido en su larga existencia. Simplemente
dejo la puerta abierta o mejor dicho no la cerró después de ventilar las celdas
del inframundo.
Y lo que los de arriban temían de abajo se escapó al control
y tomó las propias riendas de su destino cumpliendo la peor de las expectativas.
La venganza sonaba en el ambiente y los titanes se disponían a subir al cielo a
saldar viejas cuentas anteriormente contraídas.
Él que no había cometido un error a propósito pues siempre
estaba diligente al cargo de sus ocupaciones sin haber fallado jamás, pensó
entonces que la mejor manera de satisfacer sus inquietudes era generar las
mismas en su jerarquía inmediatamente superior. Claro está no temía nada de sus
reclusos que tras una eternidad de cautiverio veían más positiva la acción
actual que el resto del padecimiento de sus condenas que les hubiera podido
causar.
Salieron sin provocar revuelo alguno, claro esta que la
mitad de ellos estaban entumecidos por los siglos de sedimentos depositados
sobre ellos, pero gracias a no compensar lo del descuido del guardián cerrando
la puerta después de pasado un tiempo, logró salir hasta el último gigante del
vientre de la tierra.
Fue un parto precioso, sollozaba el vigilante mientras sus
niños salían al recreo después de tanto tiempo recluidos. Pero no serían los
temerosos humanos sus victimas, esa no era la elección de los elementales.
Ellos miraban a cotas mayores, aspiraban a volver a retomar el mundo antes de
la llegada de esos malditos dioses engreídos y vanidosos.
Subieron para hacer bajar de las nubes a esos pretenciosos
soñadores que se pensaban mejores que el resto encaramados a sus tronos
dorados. Sus captores podrían ser poderosos… pero ellos eran primigenios porque
estaban antes de todas las cosas, cuando el planeta no era más que una masa
incandescente ya andaban vagando sin rumbo por la tierra y el resto de
galaxias. Lo hacían pacíficamente hasta que los dioses decidieron guiar los
pasos de la historia, pero sin conseguirlo para variar.
Se dejo la puerta sin ponerle su debido cerrojo y su ganado
se disperso en todas direcciones al igual que una fuga de cualquier gas. Cuando
alguien quisiera pedirle cuentas, él ya no estaría, aunque también a ciencia
cierta sabía que los titanes enfurecidos desolarían el cielo hasta no dejar títere
con cabeza.
A veces se actúa bien y otras no tanto comenta mientras hunde
su manaza en un bol de palomitas destinadas para tal evento, sonríe y se recuesta
sabiendo que por mucho que quieran nadie tendrá pruebas suficientes para
acusarle de nada, porque realmente a esas alturas de alguna forma morbosa ya no
quedarán dioses en toda la tierra.
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