Caza mujeres como una araña hace con su tela, las captura
con los anzuelos de sus ojos… las imágenes
más bellas y después las deja escapar devolviéndolas al río con los demás
peces.
Recuerda las frías mañanas de invierno despertándose con
desconocidas que habían perdido el brillo de estrella nocturna y se volvía dura
luna con las luces del nuevo alba, también siente como entonces el vacío sin sentido
de sus entrañas expulsado por su ombligo hasta sentirse una carcasa al igual
que el cascarón de un huevo vacío e inerte.
Las presas que le saciaban se han extinguido y sólo quedan replicas
a las que les falla alguno de sus instintos o muchos de sus requisitos. Todo
parece incompleto a falta de un par de piezas importantes. Su realidad esta
repleta de fisuras y grietas que restan valor a las cosas quizás porque dentro
de si mismo esta tan roto que sigue sin poderse arreglar y no por recambios
sino por falta de mano de obra cualificada para tal caos.
A pesar de sus fallos estructurales ocultos tras su pellejo
tiene suerte, en la gran ciudad siempre hay dos pájaros lastimados que buscan
la redención en el sencillo placer de un colchón. El baile de mascaras comienza
a medianoche conforme las calles se van despoblando como las hojas de una
margarita. Cada noche igual… cada día diferente. La misma mierda con distinto
disfraz y las dulces guindas adornando la oscuridad de una cama abierta a
visitantes.
Antes robaba el alma de cada victima, ahora prefiere
dejarlas marchar y no es por el miedo a perder lo que le queda de piedad que es
apenas nada… simplemente porque reunió tantas almas en el transcurso del tiempo
que ya no tiene sitio para guardarlas. En el infierno tienen un trono esperándole
pero ahora intenta demorar su llegada maquillando su historia con buenas
acciones.
A veces desea que el mundo se acabe para volver a empezar y
no perder en su adolescencia lo que realmente le convertía en un buen hombre.
En la actualidad lo es por su edad, pero tiene demasiadas líneas tachadas en su
guión personal como para recibir un galardón por sus hazañas. Aunque eso
tampoco va con él… nunca fue de menciones le gusta la discreción y su
intimidad.
La fama es una droga tan adictiva que destruiría su creada
realidad. Siempre fue un cazador solitario… un animal acechante que pasa
desapercibido entre las sombras, estudiando a sus objetivos… encontrando sus
brillos al igual que los mosquitos porque no le van los débiles. En el placer
de la lucha sólo sirven los buenos contrincantes, porque no hay victoria digna
en acabar con el menos problemático sino con el que aun tiene energías, orgullo
y puede pelear.
No es de esos que se conforma con lo fácil, roba la pasión
de sus adversarios alimentándose de ella hasta extenuarlos. Digno de una
preciosa dionaea viste su sonrisa brillante escondiendo el acido de sus
entrañas y el veneno de sus venas. No tiene salvación pero al menos guarda las
buenas maneras de no jugar con la comida en la mesa.
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