Abrió la cuartilla de la lista miró dentro y volvió a
cerrarla.
Después tomo un respingo más de aire de nuevo la abrió y
suspiro prolongadamente como quien deja marchar la vida en su exhalación. Por
cosas así, ese trabajo no le gustaba en absoluto. Lo de Chuta era trabajo de
niños comparado con esto y aún así había llegado tarde a remediarlo.
Se mentalizo durante un segundo antes de empezar a pensar
por donde buscar. Se abstrajo de su cuerpo hasta que sus manos cayeron muertas
a los lados, en ese entonces ya estaba flotando en la habitación. Ascendió
atravesando las plantas del edificio hasta llegar a la azotea. Cuando llego,
paro y observo como iban las cosas.
Por toda la ciudad se veían los halos de las bestias
resaltando algunos hasta por encima de muchos edificios. Mirar Madrid en aquel
momento era estar en el mismísimo cielo, si te fijabas bien podías encontrar
las constelaciones y la que le interesaba en ese momento tenia la intensidad de
un agujero negro. No tardo mucho en encontrarlo era casi seguro que andaría en
el peor sitio de la ciudad.
Krillo había ido al retiro. Lo malo es que siendo un grillo
era casi imperceptible a la vista si permanecía dentro de ese gran foco que era
su aura. Era como querer cazar a un elefante con un vaso de agua o lo que venía
siendo encontrar una aguja en un pajar. Su peligro no era demasiado.
Pero demasiado era una palabra muy empleada y frecuentemente
llegaba hasta los peores límites. Bajo volando se metió en su cuerpo y salio
escopetado hacía allí, en nueve minutos había llegado a la puerta de Alcalá y allí
empezaba lo duro. El foco era como el estanque del propio parque. Si en el
pasado había recreado hasta campañas navales para el deleite del público, ahora…
sería recordado por algo que iba más allá de lo rememorable.
Su maldad no era tal, sino que no tenía fin y eso era lo
preocupante. Era un susurrador nato, supongo que conocido de ese tal Pepito que
acompañaba a Pinocho en sus aventuras. Salvo que él era diferente y no tenía
dueño. Susurraba a todos por igual, sus propios deseos al oído a veces desde incluso
mucha distancia. Lo hacia posible y lo materializaba, pero no escogía los
deseos más puros e inocentes, sino que revolvía en las mentes hasta encontrar
aquello que les atrajera fuera de la normalidad.
Y así cantaba Krillo con su cri cri que levantaba pasiones y
sacaba ampollas escondidas en los resquicios del fuego del alma. No era ningún
demonio notable y quizás si fuese la más débil de todas aquellas malditas
bestias, pero no quería terminar jamás en su empeño de no acabar. Pues a cada
deseo robado ganaba algo más de inmortalidad y por aquel entonces ya lo era
bastante para un humano cualquiera.
Sufría daño, pero no moría del todo, su historia es de las más
viejas del cuento y se remonta cuando todavía existía el silencio y él no podía
ni siquiera maldecir. Guardaba resignación a carrillos llenos y masticaba hastió
devorando invisiblemente el tiempo. Hasta que cambio y pudo romper con su
estridente estribillo lo que antes era del mudo mundo. Cantaba Krillo para que
todos hablaran, sino por voluntad… lo haría por deseo y así fue robando y
aprendiendo. Esquilmando los secretos más recónditos. Hasta encontrar el
misterioso lenguaje que vive en las miradas y saquear también todos sus tesoros
escondidos en las pupilas llameantes.
- Ven a mí…
E iba a su encuentro como si supiera donde estaba, cruzando
las glorietas a oscuras hasta llegar al destino. Curiosamente lo sabia, era en
el ángel caído y sobre uno de sus dragones allí estaba Krillo tumbado, esperándole
con sus patas cruzadas a un costado.
Detente! Grito enfurecido mientras cogía a Némesis de su cinturón
permitiendo que se desenroscase de su amarre.
- Quieto, respondió.
Y parado estuvo hasta que su voz replico. ¿Por qué te dejas
apresar tan fácilmente?
- Es lo que tú anhelabas.
Ya claro es mi trabajo. El tuyo en teoría era huir.
- Mi trabajo es susurrar a quien debe oírlo, y ellos no
tienen suficientes deseos oscuros. Desde que estoy aquí he perdido más vida con
su oxigeno de la que he ganado con sus miserias. Al menos en casa aunque haya
humo, gano tanta vida como tinta tiene un libro. A cada palabra me llevo una,
de cada cuento que quedo medio.
No tiene sentido perder las piernas para usar las manos, ni
perder el cuello por un florero. Sisea a Némesis algo que le hace temblar de
placer mientras ondea en una frecuencia oscilante y muy elevada. Se oye el
quejido de una cuerda de violín atravesando cada hebra de la soga increchento
en dirección a su boca. Después suspira y se desploma. Krillo se sube a su
hombro y toman el camino de vuelta a casa.
- Por el recorrido largo que a mi me gusta.
El obedece sin darse cuenta arrastrando a Némesis como el
rabo de un demonio distraído. Va directo a casa pero tardará un buen rato en
llegar. Sabor a victoria en formato indefinido. Sonríe sin saber el porque
mientras silba una canción entretenida. Llegará ya entrada la madrugada pero no
le importa, siente las piernas ligeras y ganas de comerse el mundo mientras
cumple lo del regreso. Se ha ido el agujero a otra parte y ahora viene la húmeda
niebla que lo enmascara todo.
El bochorno se instala en plena primavera, quien no ve la
niebla es porque ya esta dentro, huele a fresco y hierba. Se escucha un silbido
y un siseo. Un peligro menos avanza zigzagueando por la ciudad si escuchas uno quizás
tararees algo si oyes el otro puede que hagas algo diferente de lo que haces
cuando nadie esta mirando. Igual que un espejo sincero que nunca se empaña. El
susurro de los grillos hace perder la cabeza hasta al más cuerdo a las puertas
de un verano cualquiera.
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