Pasa toda una vida y lo que fue será pero lo de lo que era
ya queda poco. Lo justo para al mirarse al espejo el otro que aparece no se del
todo un desconocido. Por suerte aunque se quiera los ojos nunca cambian y al fondo
de esas pupilas siempre puedes encontrar el punto triple de la propia persona y
no del agua.
En todo este tiempo me han salido los dientes, me los han
arrancado y también se han caído… salvo algún percance comparando en primera línea
el índice de durezas con uno mismo siguen siendo como antes con mayor desgaste
y mas coloridos pero con todas las piezas y sin haber sufrido el juicio. De lo
demás entre el ayer y el hoy casi todo ha cambiado.
Tengo menos pelo y más corto y mi cara es el mapa de la
geografía española con sus altibajos. Una nariz agrietada como el peñón de
Gibraltar y unos soplillos dignos de la meseta y sus vientos cambiantes. Al
final de mi tierra heredé la piel canela de las lagartijas y la mandíbula del
lagarto que apresa sin soltar ni plantar batalla en la guerra de la existencia.
La sonrisa sin duda es lo más difícil de controlar cuando se
vive en el infierno de forma perpetua. Su presencia es como las tormentas van a
ráfagas dispersas cuando años atrás hasta el diablo me nombro como demonio de
la sonrisa. Ahora mucho después sigues aprendiendo a tragar, aguantar y
resignarse… mientras reservas la felicidad para esos instantes espontáneos que
bien merecen una misa. Respecto a Dios aunque a muchos les disguste, sigo defecándole
encima siempre que puedo para comprobar su existencia. Curiosamente no tengo
noticias suyas por lo que sigo acordándome de él a diario dentro de la
particular libertad de religiones.
Sigo encogiendo y ensanchando… Pasando de la eterna lucha de
ser el árbol más alto en la búsqueda del sol por la impronta de convertirse en
el arbusto más frondoso. En el justo combate de intentar ser el primer pez que
sube contracorriente combinado con la resistencia esférica característica de
los equinos, por supuesto incluyo la testarudez de los asnos más rallados y esa
justicia desvirtuada de los mundos paralelos. La cordura?, si la deje atada en
el cabecero de la cama, porque ahora que he conseguido dormir un poco más
necesito tenerla en algún sitio para mirarla a ver si con la contemplación algo
se me queda.
Así que por ahora al mirarse al espejo… parece que ambas
partes cuentan el mismo cuento, con su paja y sus intrigas. Aunque en el
reflejo siempre aparecen mucho más personajes dentro de sus pupilas que no
fuera en forma de esquizofrenia. Cuando todo empezó, eran tan sólo dos puntos
planos de azabache desiertos pero brillantes, en cambio en la actualidad son
dos agujeros negros en los que cientos de personajes intentan subir trepando
hacía la luz. Los mejores ya toman el sol en las praderas accidentadas del
vientre de un café oscuro como la noche. Los demás suben y caen como los
minutos a cada lado del reloj.
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