Bueno en realidad pescamos cientos… abrimos las redes y el hombre mono se subió a los árboles para atarlas y que no se escapara lo que fuésemos a pescar.
Al principio solo pescamos hormigas y arañazos… después las cicatrices hicieron la espera más suave y al llevar la noche el pez dorado vino a nosotros… llego con bebidas de colores y cuando el aire soplaba fuerte bailaba música para nosotros.
El pez llego y todo comenzó a ir bien. El sonido de la pecera era de una calidad excelente… el oxigeno se colaba por las redes y hacia que todos los cuerpos presenten se moviesen a una con el mundo.
Los que tenían instrumentos vertían continuamente hilos de melodías que se enredaban con las amarras y las hacían vibrar como las cuerdas de la guitarra. Cuando una canción se acababa comenzaba la siguiente y en el campamento base no nos faltaban músicos nocturnos de todos los tamaños y colores.
Un borrego vino y nos balo pidiendo silencio. Le pedimos disculpas y pudo reunirse con sus hermanos en la tienda de campaña de alguno con dificultades para dormir. Antes de marcharse le pedí que se pasara por mi tienda.
Se marcho riendo y dijo que volvería a la noche siguiente…
Pero nunca regreso… creo que le hacia gracia que un insomne con amnesia le pidiese que pasase por delante de su tienda. Aunque no creo que a ella le gustase pasar por delante toda la noche haciéndose pasar por distinta oveja hasta el infinito.
Comprendí al borrego y seguí cazando peces.
Algunos eran grandes y me podía pasar la noche mordiendo pedazos de su panza como miguitas de pan. Otros solo eran de un bocado y después de dárselo corrías buscando a otro similar perdido en el recuerdo de su sabor.
Puntual pero delicioso. Así que de esta manera pase los días buscando corderos y pescando peces en un río sin agua. La música reino en la casa del sonido y el sol pinto nuestras pieles al fresco. Cuando termino la mano llamo a la ambulancia para retirar a los que tenían insolación o bajadas de tensión etílicas.
Por el día y por la noche solo andaban por las calles aquellos demonios que no habían recibido la visita de Norit. Cuando me cruzaba con ellos les advertía que había un cordero loco y peligroso que andaba suelto haciendo la prueba del algodón.
Me tiraban pastillas y acompañaban a sus duendes a otros lugares. La lluvia nunca llego a llegar pero la luna no dejo de gotear sonrisas a diestro y siniestro. De casualidad me encontré una y salí a bailar.
Baile tanto que gaste unos cuantos pares de pies hasta que un chico me dijo que ya era suficiente. Salí del agujero que había labrado en el suelo y cambie de escenario. Bebe bebió sola… y yo seguí bailando porque tenia una anguila atravesada en el pecho intentando salir.
Bebí un poco más y solo recuerdo despertar en una playa varado en mi propia red. Abrí los ojos y di una vuelta sobre mí. Arroje media cerveza en mi boca.
Cruzo los dedos y D. Ios en persona me pasa su cayado y me dice que soy su preferido, se sienta a mi izquierda y yo le comento que no me van los formalismos. Sonríe con su gracia divina y me da monedas nuevas.
Meto una en la maquina y el mecanismo me lleva a otro lugar distinto. La música comienza a sonar y yo ando perdido en mitad de un mar de brazos buscando una red que pueda pararme.
Al principio solo pescamos hormigas y arañazos… después las cicatrices hicieron la espera más suave y al llevar la noche el pez dorado vino a nosotros… llego con bebidas de colores y cuando el aire soplaba fuerte bailaba música para nosotros.
El pez llego y todo comenzó a ir bien. El sonido de la pecera era de una calidad excelente… el oxigeno se colaba por las redes y hacia que todos los cuerpos presenten se moviesen a una con el mundo.
Los que tenían instrumentos vertían continuamente hilos de melodías que se enredaban con las amarras y las hacían vibrar como las cuerdas de la guitarra. Cuando una canción se acababa comenzaba la siguiente y en el campamento base no nos faltaban músicos nocturnos de todos los tamaños y colores.
Un borrego vino y nos balo pidiendo silencio. Le pedimos disculpas y pudo reunirse con sus hermanos en la tienda de campaña de alguno con dificultades para dormir. Antes de marcharse le pedí que se pasara por mi tienda.
Se marcho riendo y dijo que volvería a la noche siguiente…
Pero nunca regreso… creo que le hacia gracia que un insomne con amnesia le pidiese que pasase por delante de su tienda. Aunque no creo que a ella le gustase pasar por delante toda la noche haciéndose pasar por distinta oveja hasta el infinito.
Comprendí al borrego y seguí cazando peces.
Algunos eran grandes y me podía pasar la noche mordiendo pedazos de su panza como miguitas de pan. Otros solo eran de un bocado y después de dárselo corrías buscando a otro similar perdido en el recuerdo de su sabor.
Puntual pero delicioso. Así que de esta manera pase los días buscando corderos y pescando peces en un río sin agua. La música reino en la casa del sonido y el sol pinto nuestras pieles al fresco. Cuando termino la mano llamo a la ambulancia para retirar a los que tenían insolación o bajadas de tensión etílicas.
Por el día y por la noche solo andaban por las calles aquellos demonios que no habían recibido la visita de Norit. Cuando me cruzaba con ellos les advertía que había un cordero loco y peligroso que andaba suelto haciendo la prueba del algodón.
Me tiraban pastillas y acompañaban a sus duendes a otros lugares. La lluvia nunca llego a llegar pero la luna no dejo de gotear sonrisas a diestro y siniestro. De casualidad me encontré una y salí a bailar.
Baile tanto que gaste unos cuantos pares de pies hasta que un chico me dijo que ya era suficiente. Salí del agujero que había labrado en el suelo y cambie de escenario. Bebe bebió sola… y yo seguí bailando porque tenia una anguila atravesada en el pecho intentando salir.
Bebí un poco más y solo recuerdo despertar en una playa varado en mi propia red. Abrí los ojos y di una vuelta sobre mí. Arroje media cerveza en mi boca.
Cruzo los dedos y D. Ios en persona me pasa su cayado y me dice que soy su preferido, se sienta a mi izquierda y yo le comento que no me van los formalismos. Sonríe con su gracia divina y me da monedas nuevas.
Meto una en la maquina y el mecanismo me lleva a otro lugar distinto. La música comienza a sonar y yo ando perdido en mitad de un mar de brazos buscando una red que pueda pararme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario