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sábado, 23 de mayo de 2009

Justicia


El sol ya había salido hacía un buen montón de rato. Creo que eran las 12 cuando a mi me dio por asomar la cabeza fuera del bunker a comprobar si todo ya había parado. No se escuchaban gritos… ni el silbido de las balas y aun menos la explosión de las bombas.

Nada quedaba del horror de la batalla. Decidí salir fuera de mi casa y comprobé aliviado que la lluvia había arrastrado todos los recuerdos dolorosos metiéndolos en la primera alcantarilla. El pasado perdido en una riada de agua de mayo. Los rayos hicieron el resto y con una terapia de electroshock eliminando cualquier rastro de su presencia. Es más con el ultimo rayo había perdido la memoria casi por completo. Evitando de forma milagrosa la zona en que se guardaban las cosas básicas…

Comer… lavarse o vestirse aun estaban acompañando a algunas otras como beber y fumar… digamos que el software de usuario estándar permanecía intacto. Y otros programas vinculados a la enseñanza primordial se habían salvado junto a recuerdos de cientos de lugares y el gusto por la buena música.

Por desgracia se habían extraviado cosas que me agradaban, pero si una vez me gustaron… quizás volvieren a hacerlo con la ilusión añadida de que al no recordarlas me sorprenderían tanto como la primera vez. En algún lado del universo algún dios se frotaba las manos orgulloso de haber conseguido salvar a aquel ser pusilánime de apariencia dispersa.

Yo también me alegraba, pero aun tenía los pelos de punta cuando desperté por la mañana… por lo que no mostraba tanta animosidad como la deidad triunfadora de haber conseguido una amnesia selectiva y no perjudicial.

Agite la cabeza y estropee la genial organización que acaba de conseguir… de paso así modificaría el portentoso avance y la posterior experimentación del proyecto en que me había convertido. Deje al Dios con sus remordimientos existenciales y le aconseje que buscase otro conejillo de indias en la próxima tormenta.

Él me sonrió sin parecer un buen amigo y yo le devolví el gesto con un corte de manga que terminaba en ese mismísimo instante de solventar cualquier duda de reconciliación con la jerarquía divina.

Coloque los auriculares y preste atención suficiente al tema que estaba escuchando, puede que por primera vez… o a lo mejor no… Pero el sonido de esa canción me tranquilizaba así que de esa manera comencé aquella nueva vida caída del cielo.

The lighthouse sonaba innovadora y fresca en medio de aquella tormenta de verano. Recordé unas cuantas en la meseta de la mancha cuando aun tenia los ojos de un bebe… después fui encontrándome con agujeros hasta que no halle nada.

En una parte era un alivio volver a tener espacio que rellenar en la memoria. Aquella vida de cambio de ciudades como en un tablero de risk a escala mundial se había encontrado un gusano tenaz que había ingerido a partes iguales los lugares donde había vivido y los que no… Por lo que estimar el número exacto se hubiese vuelto una cosa sin importancia. Le di a la siguiente canción y volví a ilusionarme.

El tipo que era yo antiguamente debía de ser interesante. Me pase muchos años conociéndome a mi y aquel tipo que se había perdido a si mismo en medio de una tormenta. Tras unos años recibí un paquete de aquel Dios pidiéndome disculpas. Acepte las disculpas y le devolví una bomba de relojería.

Cuentan que una estrella estallo hace unos días… me alegre por la noticia brindando con una jarra de cerveza que al parecer había regresado a su antiguo vicio de acabar en una de mis manos. Tache de la lista al desafortunado destinatario del paquete sorpresa.

Había olvidado muchas cosas pero nada de aquello logró hacerme olvidar que me había arrebatado algo con su alocado experimento. Ya no recordaba ni el olor de su piel ni el sabor de su boca… Recordaba en su defecto el delicioso bocado de una tarta de queso y coco con frambuesas sobre una delicada gelatina transparente.

Pero no había nada de ella en aquel cuarto cuando volví a buscarla tras años de investigación… No odiaba a aquel ser de otro mundo que intento ayudarme a perder los recuerdos dolorosos que ya dormían en el pasado sino por arrebatarme algo que solo yo podía haber desechado. Despertando la curiosidad por volver a conocerla sin conservar en mí la voluntad de no volver a pensar en ella.

Es extraño, pero ciertas noches cuando los rayos caen en el cielo… y estoy calándome por la lluvia… bailando como Gene Kelly y en esos momentos entre los que salto sobre todos los charcos como balsas silenciosas. Puedo ver en sus superficies salpicadas la historia de ella bailando a mi lado. Su nombre se vuelve líquido y su voz cristalina. Anoche sentí su boca empapando mi piel… Salio corriendo por un arco iris multicolor al cesar de llover.

No he olvidado su existencia… pero no recuerdo la sensación que aquel día me ofreció la verdadera dueña de esa historia.

1 comentario:

  1. Hola, firmaste en mi cuento en la gaceta de medianoche, gracias por el comentario y por tomarte tiempo de leerlo.
    Yo hare lo mismo con tu blog y tus cuentos que ya pintan bien, por lo que pude leer a primera vista. Prometedoras historias e imagenes de escape.
    Saludos

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