Como de costumbre volvió a aparecer de la nada ese veneno
azabache que lo contamina todo en su presencia, enrarece el ambiente y deja terribles
secuelas.
Cuentan grandezas sobre el compañerismo, sus virtudes y sus
manuales sobre la buena conducta, pero ya nunca nadie devuelve los favores de
forma voluntaria. Así que al final ocurre lo que tenia que pasar.
Y no es que cuando se prende la crin del caballo… su sangre
se vuelve como lava que incinera desde dentro las venas y la catástrofe se
huele en el escenario ese momento ya inevitable. El mundo todavía se sorprende
ante la llegada silenciosa del mutismo. Entonces las cicatrices se disfrazan de
verbena… la mandíbula se tensa como un arco largo y la mirada se vuelve
profunda como un abismo de ceniza.
La justicia se ha tornado miseria… no tiene valor ni
mantiene una causa por la que luchar, todos los soldados palidecen ante la
batalla, pero unos sangran y otros ríen desde sus cómodas posiciones porque
mientras que a los altos cargos les ponen medallas a los caídos les mandan
flores con guirnaldas y palabras sin alma.
Pero todo tiene comienzo y final… una reacción con una mecha
de combustión lenta de esas que se nota. No puede sorprender a nadie, pero todos
se echan las manos a la cabeza cuando estalla la bomba.
A casi todo el mundo le gusta jugar con la anilla de una
granada, pero pocos se quedan cuando alguien la quita y no puede volver a ponerla.
Se echan las manos a la cabeza, gritan y después lloran. Comentan que se veía
venir… o se inventan historias sin pensar que la culpa no fue de ella sino de
los que se tomaron las cosas a la ligera.
Una vez comienza, no se puede parar… o si, pero llegados al
punto no importa. Lloverá más mierda al día siguiente aunque intenta recordar
llevar paraguas o darse doble capa de cera. Para que resbale la primera y también
las demás. Allá cada uno sus pecados que yo me quedo con los míos y también con
mis errores. Que cada uno aguante su vela, porque mi cirio tiene memoria y de
todo se acuerda.
Sigo tachando nombres de la lista sin preocuparme de que se
quede vacía, porque cuando la luna llena reina a las bestias en solitario en el
cielo, abajo en la tierra… sólo importa la ley del más fuerte y no pienso
quedarme parado, teme a la ira y también al odio. Rehuye del enfrentamiento y
ofrece disculpas como si fueran limosnas. Pero no olvides que una sonrisa
afilada tiene dos filos en cada verdad… el que quieren oír y la realidad.
No ocurra la desgracia de caer en los colmillos de un
caballo criado entre lagartijas y lagartos. Porque adquiere con la costumbre a
en el mordisco, de no dejar escapar a su presa. Ríe quien cree tener el poder y
la sujeta la sartén por el mango. Yo sonrío sabiendo que ningún medio hombre
puede llegar a la conclusión final con un centauro.
Soy mi sangre y mi luna. Soy todas esas cosas que una vez se
temió lo suficiente para nunca confesarlo. El día menos pensado dejo de ceder y
suelto la cadena. Me encantara ver lo que le hace el galgo a la liebre.
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