En tu presencia me quedo sin aire que respirar
y el corazón se me acelera como si cayese por una
espiral que no termina nunca y que se extiende hasta
unirse con el infinito que es el horizonte más alejado
deseo bajarme de ahí, pero he perdido las uñas por la
velocidad y ya no me quedan mas vidas de reemplazo
que pueda gastar… me encuentro tan desnudo como
desarmado y la sensación de impotencia va trepando
por mi espalda igual que un gato cabreado porque si,
las fuerzas se desvanecen hartas de luchar sin vencer
ni moverse ni un ápice de ese punto intermitente que
no va a ningún lugar, pero tampoco comunica nada de
nada, y el oxigeno se convierte en la necesidad real un
ahogado con ganas de vivir y que piensa en subir como
si fuera espuma de cualquier bebida agitada… o tal vez
ser un cohete de esos que se pierden en la inmensidad de
de la noche entre sus estrellas, no importa si vivo o muero
en esta maldita guerra de los cien años. No quiero saber ya
de ti, porque siento tus tacones clavados en mi pecho sin
parar de hundirse lentamente buscando la medula. Hay
a veces que el final suena a rama rota en mitad de un
silencio que puede cortarse con cuchillo. Tu última
historia es tan breve que el punto de pierde por el
margen de la derecha sin remedio, voluntad ni
ganas de intentar salvarte del paredón donde
tantas veces baile delante de una legión de
balas que llevaban mi nombre. Ahora a ti
toca hacerlo con los ojos cerrados para
siempre, que te jodan cielo, me bajo
aquí, creo que me pilla más cerca
de mi propio destino que del tuyo.
Apartarse antes de que explote.
ResponderEliminarMuy inteligente.
Qué pena que coincidamos precisamente en la apnea...
ResponderEliminargracias por tus palabras allí