Vuelve el lodo anegándolo todo con sus sucias y asquerosas manos, después y a continuación si dejar ni un mísero respiro la ira llega como el gato del infierno que es y sube trepando rápidamente en espiral desde mis piernas hasta llegar a la espalda. Donde clava sus malditas uñas repletas de ponzoña.
La fiebre sube y presiona sobre mi cerebro, derritiéndolo bajo su lengua de fuego… ya entonces no siento dolor… la lava no entiende de daño… sólo avanza incontenible, y en pocos minutos ya no hay vuelta atrás.
Cada día se repite con la exactitud del anterior, me he metido en un bucle sin fin y ya no se donde esta la salida para bajarme de esta rueda para roedores, intento buscar la puerta y no hay nada, la han disimulado tan bien que puedo acariciar las paredes sin encontrar la diferencia al tacto.
Estoy perdido en mitad de un infierno que no conozco y del que no puedo salir. Ayúdame, te necesito y por una vez te imploro… nunca te he pedido nada que no sea que me salves de mi mismo. Puedes creerme o puedes condenarme, sólo puedo decirte que me diste el sueño y me lo quitaste. Me siento tan muerto, que mis besos saben a ceniza y mi sangre son gotas de polvo flotando en el vacío de mi ser.
Te quiero, aunque seas mi muerte y ni siquiera desees tenerme en tus brazos.
Soy un loco, pero tengo principios, si quieres… puedo cambiarlos. Pero dejaría de ser yo y no creo que eso entre dentro de mis zapatos.
Tú escoges.
Yo siempre elijo lanzar la moneda. Ahora te toca a ti…
No dudes.
Estoy a un segundo de desaparecer bajo tu propio peso. Puedes levantarte, o aplastarme sin piedad. A mi me da igual… el cristal soporta mejor la tensión o el peso… que un golpe frontal.
Sigo siendo frágil por mucho infierno que tenga sin digerir.
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