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lunes, 17 de mayo de 2010

Descansa en paz...


Había perdido el norte y no sabía donde acabaría ese viaje. Había entrado en una espiral recurrente que se estaba convirtiendo en una vorágine de muerte que salpicaba donde posaba sus zapatos. Pero lo peor de todo es que había llegado a confundir el trabajo con el placer... y ya no lograba diferenciar uno de otro.

La sensación era parecida a un día de otoño lluvioso donde todos los problemas empapaban de la misma manera junto a ese frio extraño que viene colgado de sus asesinatos. No le importaba, sabia sonreír ante las inclemencias, se murmuraba hacia sus adentros mientras con la mano acariciaba la única figura que conseguía relajarle. La culata de su revólver Némesis… a pesar de ser un simple metal. Él le adjudicaba alma, en especial la de un justiciero que había muerto portándola en sus manos. La historia se pierde entre la leyenda y el pasado incierto de su procedencia. Nada le importa cuando el brillo de su dorado compañero esta delante.

Pero él solo conoce su presente y le reconforta tener a ese amigo a su lado. Némesis dispara y no discute ejecutando la orden de un dedo índice letal a todas las distancias. Cumple su función… y escupe plomo y plata a partes iguales. Después solo quedan los agujeros en la carne aun humeante abiertos en el pecho y la frente.

Sería divina si los convirtiese a sus presas en polvo, pero a él no le importa porque el humo le sirve… Tras el olor a quemado y el sonido de los casquillos al caer del tambor precipitándose al suelo con tonos metálicos. Todo le sabe a gloria como las ostras y se deja llevar hasta la siguiente dirección. Dispara y viaja en busca de una nueva víctima. Ha dado tantas vueltas al mundo que el termino jet-lag no le causa ningún problema, ni malestar alguno. Su cabeza ya ha perdido el uso del reloj que salvo la alarma de su agenda no tiene sentido.

Una larga cadena de puntos que siguen el mismo modus operandi se ha dibujado a escala global. Pero nadie pone imagen a un rostro que recuerda todo en su memoria mortal. No tiene cara… solo un sendero de destrucción que se va expandiendo en todas direcciones. Los periódicos han dejado de ponerle nombres porque aburrido de ellos mataba aun más. Y su caso ha terminado por no pronunciarse para evitar nuevos conflictos.

Cada lunes llegan cartas de todo el mundo con nuevos cadáveres que añadir a un caso abierto que se va convirtiendo en la biblia de un asesino. Dejo la serie para introducirse plenamente en el cine… y ahora es considerado casi de masas. Aunque su errático deambular tiene desconcertado a todos los expertos. Se vigilan todos los aeropuertos pero él sigue tejiendo su araña. Los incautos objetivos siguen sin darse cuenta de que caminan por la cuerda floja hasta que caen sin vida a sus pies.

Némesis tiene la garganta irritada de tanto fuego. Las estrías han aparecido dentro de su cañón y los forenses tienen una historia cronológica de sus enfermedades conservadas entre plásticos en una habitación que va siendo ocupada con tomos y tomos de clasificadores, se archivan sin parar por si algún día consiguen capturarle, para poder así procesarle por una matanza antinatural que está alcanzando limites sin precedentes.

La vida continúa… al menos en lo que le acontece… No tiene pensado parar, pero necesita hacer una parada. Se ha visto superado por la situación y decide hacer una evaluación previa antes de que todo se ponga demasiado complicado. Las sirenas le siguen los pasos después del último fiambre que aún conserva los hilos de humo floreciendo de sus orificios. La calle esta helada y su aliento arde como una llama del infierno.

El calor de su cuerpo es como una bola que le rodea, está en Vancouver… pero aun así no tiene frio, se siente en casa y por un segundo piensa que debe de controlarse. El ansia por la cacería hierve dentro de su sangre, así que decide ser consecuente. Reúne todas sus ganas de asesinar y las concentra en una burbuja de ira y odio incontenible. El dolor rodea esa esfera perfecta de mal embutido. Acaricia el gatillo de Némesis que explota en un orgasmo sin lugar.

Los dos disfrutan viendo como el caos que le seguía se ve reducido a pedazos de cristal que tintinean contra el asfalto. Se promete no volver a caer en el frenesí de la muerte y con una pasada de su dedo borra toda su agenda de la siguiente semana. Va al puerto y busca entre los barcos uno que le seduzca. Su dueño muere sin dolor y se le precipita al mar arrojándolo por la proa. Sonríe mientras se ajusta la gorra decapitan que su anterior dueño no volverá a usar.

Enciende los motores y desparece entre la bruma antes de que la policía llegue al embarcadero. El silencio del mar le recuerda al sonido que sonaba en su cabeza antes de todo. Ahora la tormenta ha cesado… y el rugido de las olas ha dado paso a la tranquilidad de una balsa de agua que refleja la realidad en todas direcciones.

Mira su rostro y deshace su imagen tirando un salvavidas que chapotea para perderse en el mar lentamente, no tiene ninguna vida que salvar. Sólo necesita tiempo para curar sus heridas. Némesis descansa apaciguada junto a su pecho. El sonido del corazón del asesino ha vuelto a relajarse de todas las tensiones. Suena calmado y sosegado mientras el mar mece el casco de la embarcación. Los muertos de su pasado caen a plomo en el fondo del océano porque no saben nadar, ni siquiera se inmuta… disfruta de sus vacaciones rumbo a ninguna parte.

Aunque en el último momento escoge una nueva ruta de navegación. Selecciona un destino expoliado por los piratas… Nadie echara de menos a esos malditos bastardos que nadan en aguas internacionales sin que nada les enseñe el significado de justicia ligada a la ironía del cazador cazado.

Da un par de palmaditas a su viejo amigo y le susurra que descanse hasta que necesite su ayuda. Se introduce en un dulce letargo donde amansa sus fieras con el tacto suave del terciopelo. Va limpiando su conciencia con esmero sin dejarse rincón alguno que olvidar. Cuando termine el viaje los océanos serán más seguros si las olas así lo deciden. Iza las velas… y apaga el motor.

Su destino está en manos de la brisa que salobre va curando sus viejas cicatrices para no dejar rastro del hombre que fue y será. El presente está montado en un barco de un fantasma arrojado por la borda. El rumbo es una moneda suspendida en un campo magnético girando sin parar. Solo hay que esperar el momento en que todo esté listo para volver a empezar.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por encontrarme :)

    Me gusta este texto, lo vi por la tarde en la pagina de "Gaceta de media noche" pero aveces me pongo tan atenta para leer que no dejo comentarios (Eso esta mal).

    Pero ahora aquí estoy, & algo que me gustaría decir antes de irme es que en verdad es un texto muy bello, lleno de lenguaje gráfico algo que disfruto mucho & lo agradezco

    Un abrazo.

    Ahora te sigo.

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