El mundo es más ambiguo que una lata de conservas sin
etiqueta. Hasta que no lo abres no sabes que es, te lo imaginas, haces cábalas…
elucubras un poco y si tienes suerte. Te toca algo bueno.
La vida es tan parecida que me ahorraré el símil. Todo lo
que haces tiene sus consecuencias, de las buenas y satisfactorias… o de las
malas con consecuencias sorpresa sin
aviso ni respeto hacia los horarios.
De pequeño me pidieron que no hablase durante las comidas,
ahora es posiblemente el único momento en que
guardo silencio durante el día.
Por eso o por la sencilla razón de que es más fácil engullir algo cuando se
mastica con la boca cerrada. En casi todos los trabajos me recomiendan ser
locutor de radio, después los que se quejaban acaban llamándote porque te echan
de menos.
Nunca llueve a gusto de todos. Sino que se lo digan primero
a los de áfrica lindando con un desierto, luego a Ciudad Real. Que si no fuera
por la semana santa, no tendríamos ni lluvias… que gusto da decir que un paso
no sale porque está diluviando.
Muchas veces me pregunto si debería hacer algunas de mis
preguntas cuando dudo.
- - ¿De verdad que quieres decir lo que he
escuchado?
Generalmente nunca tengo respuesta. No es por la dificultad,
ni el vago desarrollo, simplemente es porque los ojos que la acompañan, además de
estar vacíos puede que indiquen algo más terrible.
Aun así… es raro que alguien no me lleve la contraria
durante la semana. Digamos que es hasta sencillo por no llamarlo el pan nuestro
de cada día. Pero a veces hay que respirar y calmarse para evitar hacer un mal
mayor y puede que sin fácil arreglo.
Antes con un chicle y un destornillador te llamaban
McGuiver, ahora sino llevas un móvil de última generación antes de pasar al
instituto, de mangonean, insultan y marginan. El mundo es tan extraño que a
veces me sorprende. Si se preocupan por cosas así ahora, que hubiesen dicho de
hace veinte años. Si una maquina lo hace por ti. Nunca aprenderán a imaginar
nada.
Yo sigo haciendo todo a mano. Hasta escribir a máquina… El
resto simple mecánica, rutina y más rutina por cada esquina de la casa. A veces
no tengo tiempo ni para hablar pero hoy incluso he dado una clase en ingles de
cocina. Las cosas cambian el presente no. Como el día de la marmota te levantas
y roes la jornada sin llegar a hacer un dique digno de un castor, ni siquiera
un buen nido.
Sales actúas y vuelves a casa en mayor o menor grado de
victoria relativa. Todo depende de quién mire, pero por tu parte pones todo el
entusiasmo que tendría un niño la noche de los reyes magos, sin saber siquiera
la verdad del asunto. Cuando me fui de casa me jure que no volverá a aceptar
las gilipolleces de nadie. Luego como
siempre vas y sonríes a tu jefe con la resignación de un soldado en primera línea
de batalla.
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