Puede que estés perdido en este momento y ni siquiera sepas
que haces aquí. No soy quien para contarte ninguna historia que sea verdad, y
por supuesto te diré que yo nunca miento o al menos no cruzo los dedos por
ello.
A veces las letras te gritan desde el pasado en tu cabeza y
tienes la opción de atenderlas o quizás al día siguiente tengas un motín al
despertarte. Si acaso logras dormir por algún milagro inexplicable. Hace tiempo
que deje lo de escribir. Leerme tan a menudo me daba complejo de mesías y sin
ninguna tabla que entregar a modo de salvavidas. He tenido que hincar la
rodilla y volver a pulsar teclas.
No es que no me guste. Sino que había perdido el momento de
hacerlo.
Después de las vacaciones, cuando realmente no te encuentras
en plena mierda porque sencillamente anteriormente tampoco habías salido de
ella, tienes una cierta lucidez o puede que tan solo sea acumulación de
palabras. Pero tras muchas vueltas sin
sentido, te das cuenta que el entrenamiento es lo que lo consigue todo.
A no ser que seas un hacha, o tengas una flor en medio del
ojal. Sigo sin ser el tío más lameculos del mundo (con las ventajas que eso conlleva) y apenas
pido nada para mí. Me conformo con ser una cucaracha capaz de sobrevivir
estoicamente hasta un holocausto o algo similar. Pero los cuentos se han
enredado en las raíces y la ausencia de pelo hace que todo se vaya sin decir ni
palabra.
No sería mala idea comprarme un sombrero y dejar por las noches
que el escriba y ya me dedico yo a trabajar durante el día. Pero luego pienso
que se joda el sombrero e invente el sus historias. Sé que hay que dar señales
de vida. Lo dicen en algún sitio, en un panfleto o seguro que en algún manual
de supervivencia en alta montaña. Pero a veces hasta yo necesito el silencio y
otras matar a otros usuarios demoliendo a sus generales en la primera ronda de
ataque/defensa.
Nunca fui de deportes de pelota. Pero eso de echarle huevos
a las cosas, mira al final hasta te pagan por ello. Así que volveré no por la
pasta, la fama o el reconocimiento. Sino porque a veces para hacer algo hay que
prestar constancia y es hora de sacar rendimiento a la locura que me invade por
las mañanas, que me seduce por la tarde y caza las ovejas cuando llegas a casa.
Sé que aquí no hay estrellas… pero tampoco se puede decir fácilmente que nadie produzca mil palabras coherentes en
menos de treinta minutos.
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