Hace tiempo que salí de este lugar… me perdí a mi mismo
siguiendo el rastro que deja la luz en los ocasos, las letras seguían arremolinándose
en el silencio del salón pero mezcladas con llantos y gritos de los que no
saben expresarse. Cambié el blog por los concursos, las convocatorias mucho más
espaciadas, sin tantas obligaciones, escribía en los momentos de paz cuando las
banderas blancas se mecen hasta la próxima batalla.
Ahora el tiempo se ha vuelto más benévolo, antes de
reingresar en las trincheras vuelvo a mi casa, donde las palabras jugaban entre
ellas a crear historias, a parir personajes… tergiversando la realidad, modificándola
y haciéndola navegar sobre metáforas acolchadas, suaves… aterciopeladas. Ser un
escritor es como ser un paria de la sociedad, alejarse de ella hasta encontrar
ese mundo donde todo cobra un sentido sin un valor añadido. Libertad de
praderas infinitas y mundos paralelos.
La vida no puede pararse, no tiene botón de apagado ni de
reinicio, lo que sucede no se puede escogerse ni tampoco elegir, demasiadas
variables fuera del alcance de lo humano. Mi hija es una caja de sorpresas que
observar sonriente, le encanta escuchar todos los cuentos, pero todavía no
soporta las historias, cuando hay tanta información sus sentidos se disparan en
todas direcciones. Por ahora sigo atento, el combate no ha cesado las treguas
son tan efímeras como el humo de los ceniceros, todo va a mejor pero las
tormentas no te mandan invitaciones, tan sólo llegan.
Cuando escoges hacer un viaje, no lees las letras pequeñas
ni buscas los imprevistos, te deseas suerte y te lanzas al vacío para disfrutar
de la experiencia. Ser padre es similar, no te arrepientes en absoluto de lo
que acontece, las ausencias producidas son asumidas como perdidas aceptables,
aquellos que quieren seguir existiendo dan señales de vida y se interesan el
resto desaparecen como la niebla a la llegada del amanecer. Las noches siguen
siendo una pista de baile con distintas canciones, mientras las estrellas
brillen en el firmamento todo es posible si no pierdes el paso ni el ritmo.
Escribir es como dar a luz, se hace cuando se puede… pero
tampoco puede evitarse porque cuando las palabras se acumulan la presa termina
por ceder y viene la avalancha. Dulces sueños, estaré rondando entre el suelo y
el cielo.